Paysandú, Miércoles 17 de Agosto de 2011

Una dependencia que nos condiciona

Opinion | 16 Ago A esta altura seguramente muchos uruguayos, especialmente las generaciones jóvenes, ya no tienen presente que sobre fines de la década de 1990 nuestro país colocaba el grueso de sus volúmenes de exportación en Brasil, que tenía una moneda fuerte y una demanda que permitía que hubiese empresas que prácticamente produjeran exclusivamente para ese mercado.
Es decir que habían planificado sus inversiones, toma de personal e innovación tecnológica incluida, para colocar su producción en el mercado del vecino país, en el marco del Mercosur. En 1999, en un abrir y cerrar de ojos, los gobernantes brasileños asumieron que su economía no daba más, y optaron por una maxidevaluación del Real, dejando a la intemperie a miles de empresas en Uruguay y la Argentina, por cuanto su producción se encareció respecto al vecino mercado, y se frustró todo posible negocio con la vecina nación, salvo el de entregar mercadería por debajo del costo.
La consecuencia directa fue una grave crisis en nuestro país, donde hubo cierre de empresas y desocupación masiva, como prolegómeno de la crisis que luego se desató en 2002, por efecto contagio de una Argentina en la que peor que en Uruguay, también incidieron factores como el señalado.
Todo esto ocurrió en plena vigencia del Mercosur y previos anuncios, además de nuestros vecinos, de que todo estaba bajo control, seguramente para tranquilizar a los mercados internos y no solo a nosotros. Pero el punto es que se había cometido el error de ser en exceso confiados, de poner todos los huevos en una misma canasta, en la región y ser sobre todo brasildependientes.
Doce años después es Brasil nuevamente el destino por excelencia de las exportaciones uruguayas dentro y fuera de la región, y nuestros hermanos del norte han vuelto a tener una moneda fuerte que favorece las colocaciones de nuestros productos, pese a que también el peso uruguayo está fortalecido y por ende con competitividad afectada para las exportaciones fuera de la región.
Quiere decir que estamos quemados con leche, pero las necesidades y las expectativas no hacen que desde este lado se mire con mucha desconfianza la vaca y mucho menos se llore, parafraseando el dicho popular.
Nunca se descarta que pueda ocurrir un cambio brusco en el ciclo de la economía global, que puede darse en cualquier momento, y si ello ocurriera Brasil deberá ajustar fuertemente su tipo de cambio. Este país no escapó al pánico que se desató la semana anterior en los mercados tras la rebaja de la nota de la calificación de la deuda de Estados Unidos que efectuó Standard and Poor’s el viernes 5. Ese fenómeno llevó a que los inversores retiraran sus fondos de economías emergentes en unas jornadas donde reinó la incertidumbre.
El Real es una de las monedas que más sobrevalorada está frente al dólar, y pese a que lentamente las aguas se van calmando no es menos cierto que la falta de respuestas políticas ante la crisis en Europa hace prever que el escenario internacional pueda volverse más sombrío de lo esperado, abriéndose nuevas interrogantes sobre como está preparado nuestro mayor socio comercial. De confirmarse ese panorama, varios analistas y agentes económicos uruguayos estiman que Brasil se verá forzado a hacer un ajuste fuerte en su tipo de cambio y que Uruguay deberá seguir sus pasos.
Pero este horizonte no aparece como cercano y hay señales más o menos tranquilizantes, al considerarse por analistas que en la medida en que prevalezcan bajas tasas de interés en los países desarrollados y los precios de los commodities se mantengan en niveles elevados, las economías emergentes en general (y Brasil entre ellas) van a seguir creciendo a buen ritmo y con monedas fuertes en relación al dólar y al euro.
No obstante, si se constatara un agravamiento importante y duradero del escenario internacional --por ejemplo, que Italia o España fueran arrastrados a una crisis más severa--, los impactos en Brasil podrían ser significativos, por cuanto podría revertirse el ingreso de capitales a ese país, lo que a la postre repercutiría probablemente en un necesario ajuste contractivo del gasto doméstico y en un aumento persistente del dólar.
En este contexto el presidente de la Cámara de Comercio Uruguayo-Brasileña, Oscar Montaldo, dijo a El País que “en un mundo globalizado como el actual, ningún país puede quedar fuera de este contexto económico tan cambiante que hay en Estados Unidos y en Europa”. Al momento de definir cuál es la actitud de los empresarios, dijo que “la palabra cautela o prudencia es la mejor que podemos utilizar”.
Y la cautela no debe provenir solo de los empresarios jugados al vecino mercado, sino que ante las incertidumbres existentes es conveniente que el gobierno reduzca la ejecución de algunos gastos de funcionamiento, empezando por una Rendición de Cuentas que no aumente el gasto ya desproporcionado que incorporó por el Presupuesto Quinquenal, cuando existe un déficit previsto del 1,6 por ciento pese al aumento de la recaudación, y un gasto estatal cada vez más rígido que será un salto al vacío si se enlentece el crecimiento o peor aún, sobreviene una crisis.


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