Paysandú, Viernes 26 de Agosto de 2011
Opinion | 21 Ago Soprendió esta semana el reclamo de la Asamblea Técnico Docente nacional de Primaria en cuanto a que se discontinúe el Plan Ceibal, aduciendo para esta petición su carácter impuesto y la existencia de carencias pedagógicas.
El plan, instaurado durante el gobierno del ex presidente Tabaré Vázquez, llegará próximamente al medio millón de computadoras portátiles entregadas a alumnos de Primaria, Enseñanza Media y maestros.
Es la primera vez que Uruguay realiza con carácter masivo la inclusión de una nueva tecnología en el aula, lo que, sin lugar a dudas tiene un impacto, puesto que no sólo implica una redistribución de poder --ya no es el maestro quien tiene el conocimiento para transmitir sino que en algunos casos los alumnos dominan mejor la computadora que los maestros-- sino también en las prácticas didácticas.
Esa situación y seguramente la decisión del plan de aprender todos sobre la marcha, no habiendo recibido los maestros una formación específica y prolongada con anterioridad, ha generado resistencias y oposiciones. No obstante, en los casi cuatro años de desarrollo del plan también se han visto excelentes ejemplos de utilización de la nueva herramienta tecnológica en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Nadie puede dudar que el acceso a una computadora con software que permite crear y aprender, así como la posibilidad de conexión al mundo y la información disponible en Internet ha sido algo que muchos niños uruguayos no podrían tener si no fuera por el Plan Ceibal y eso, ciertamente representa una abatimiento de la brecha digital y una puerta de acceso al conocimiento, algo cada vez más apreciado en nuestra aldea global.
Sin embargo, no debe olvidarse que cualquier computadora no es más que una herramienta. Es un producto tecnológico que de poco sirve si realmente no se lo usa con un propósito determinado y que, por otra parte, su inclusión el espacio áulico requiere también una planificación y un esfuerzo del docente por enseñar los contenidos de siempre de una forma diferente.
Evidentemente, que existen diferencias en cuanto a cómo fue y cómo debería haber sido su instrumentación, pero rechazarlo de plano por falta de “enfoque pedagógico” es casi incomprensible puesto que justamente son los maestros quienes deben darle ese enfoque de acuerdo a los objetivos que buscan alcanzar los planes escolares y sus contenidos para cada nivel. Se supone que los maestros se forman no solo para desarrollar, sino para diseñar e impartir estrategias didácticas y enfoques pedagógicos de acuerdo a las características y circunstancias de los alumnos con los cuales trabajan. Enfoque pedagógico es algo que no se le puede pedir a una máquina.
Por otra parte, cada maestro debería ser responsable de su formación continua para estar acorde a las exigencias de su tiempo y exigir el cumplimiento de su derecho a la formación en servicio. Reclamar la suspensión del Plan Ceibal seguramente perjudicaría las oportunidades de muchos niños y sería un grave retroceso, pero además es algo que no esperaríamos de los maestros.
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