Opinion | 23 Ago Pese al componente político inherente al relacionamiento bilateral que obligó a las delegaciones uruguaya y argentina en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), a desmentirlo, igualmente es un secreto a voces, como da cuenta el diario El País, que los resultados finales del primer monitoreo binacional sobre la planta de celulosa UPM concluyeron que el río Uruguay se mantiene en parámetros permitidos en la zona de la planta de celulosa, en tanto donde sí hay valores por encima de lo normal es en el río Gualeguaychú.
Los análisis realizados en Canadá para determinar el nivel de contaminación de la planta de celulosa UPM sobre el río Uruguay demostraron que los valores se ajustan a lo permitido y que la pastera no contamina, pero se advirtió que en la desembocadura del río Gualeguaychú (donde también se tomaron muestras) los indicadores están “levemente” por encima de los parámetros recomendables.
A esa desembocadura van a dar residuos provenientes del Parque Industrial de la ciudad entrerriana, lo que sin embargo jamás ha sido motivo de ninguna protesta o alguna prioridad para los reclamos de los activistas de Gualeguaychú.
Y si bien CARU tenía previsto divulgar oficialmente la semana anterior los resultados finales del informe ambiental, todo se retrasó por diferencias internas entre las delegaciones uruguaya y argentina del Comité Científico, que fuera creado precisamente para monitorear en forma conjunta los efluentes de un lado y del otro del río.
Mientras tanto, tras estos informes correspondientes a junio, en los próximos días se tendrán los resultados correspondientes a julio, por lo que no sería de descartar que se llegue a un acuerdo para difundir simultáneamente los datos que correspondientes a ambos informes, los que se estima no van a tener diferencias sustanciales entre sí.
El punto es que evidentemente los resultados ya están en poder de CARU y que los trascendidos no se han confirmado simplemente por un tema de oportunidad política, por cuanto los presidentes Cristina Fernández y José Mujica se reunirán en Salto el próximo 29 para protagonizar el viaje reinaugural del tren entre Concordia y la capital salteña.
Es que el gobierno uruguayo considera que la divulgación de estos datos podría empañar este acto de integración con un tema ríspido, que no ha sido totalmente superado tras el fallo de la Corte Internacional de la Haya por cuanto todavía quedan bolsones de fanatismo entre los activistas de Gualeguaychú.
Precisamente hace unas pocas semanas, la interna del Comité Binacional encargado de monitorear la planta de UPM se agitó tras la sorpresiva renuncia del ingeniero argentino Juan Carlos Colombo. El especialista se alejó de su cargo sin dar explicaciones y dejó preocupados a los integrantes de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, que veían en Colombo a un científico “de confianza”. Pues vaya que es de confianza, desde que el profesional redactó y presentó el planteo de la delegación argentina ante la Corte de la Haya, y ha concordado en un todo con los reclamos de los activistas.
Una vez trascendidos los resultados respecto a la inocuidad de la planta de celulosa, la postura del delegado argentino ha quedado muy vulnerable, teniendo en cuenta que los análisis científicos han dado por el suelo con las afirmaciones tremendistas de quienes se han negado desde siempre a aceptar la realidad.
Este es el punto, y en nuestro caso lo hemos señalado desde siempre: no habrá jamás un estudio o evaluación científica, provenga de donde provenga, con todas las garantías posibles de imparcialidad e idoneidad, que pueda hacer que los activistas reconozcan que han estado desde siempre equivocados y que la planta de celulosa no “destruye” el río Uruguay ni mata a la población que la circunda. Y la razón de la sinrazón es muy simple: desde su parecer, no importa lo que digan los estudios, mientras no les den la razón siempre estarán equivocados porque ellos son los dueños de la verdad.