Paysandú, Sábado 03 de Septiembre de 2011
Opinion | 27 Ago La reactivación del transporte fluvial en la región, y que ha comenzado a manifestarse felizmente con énfasis también en lo que refiere a la hidrovía del río Uruguay, conlleva una serie de desafíos y oportunidades que es preciso acometer con seriedad pero sobre todo con proyección en el mediano y largo plazo, por encima de coyunturas, que es precisamente el fuerte de los emprendimientos sustentables y con el mejor retorno posible.
A partir de la explosión de la demanda y producción de commodities en la región, hace unas dos décadas ya con marcado énfasis, surgió la necesidad de contar con una logística adecuada para sacar hacia ultramar producciones de grandes volúmenes y bajo valor relativo, con el eje precisamente de esta logística en el transporte fluvial y marítimo.
La hidrovía Paraguay-Paraná, y su conexión con el río Uruguay con punto de apoyo sobre todo en el puerto de Nueva Palmira para la salida hacia ultramar, ha sido un valor diferencial que ha permitido que las grandes producciones de soja y de mineral de hierro salgan a precios competitivos hacia el exterior, a través de barcazas y luego trasbordadas a buques ultramarinos, lo que a la vez ha impulsado la creación de una infraestructura de apoyo que incluye la construcción de puertos y barcazas adecuadas para circular por estos cursos de agua.
En Argentina, Brasil y Paraguay hay ya una industria naval que sigue en expansión, fundamentalmente porque en el caso de las barcazas se han necesitado cientos de unidades para poder acompañar el crecimiento de las producciones, aunque la crisis de 2008 todavía sigue afectando parcialmente la demanda. Pero todo indica que en el mediano y largo plazo el requerimiento sostenido de commodities e incluso el posible transporte de gas natural en chatas seguirán impulsando la necesidad de contar con más buques de este tipo.
En Paysandú funcionó durante décadas el astillero que ahora es propiedad de la empresa Indre, del empresario Mario Macri, y generó trabajo para decenas de personas, pero con un volumen de actividad que tuvo altibajos y que se fue perdiendo de la misma forma en que también fue decayendo el transporte fluvial por estas latitudes, en el que precisamente se ha apoyado históricamente esta industria.
El escenario a que nos referíamos, en cuanto a la falta de barcazas para la extracción de la producción en la región, es un factor que hace la diferencia respecto al panorama de pocos años atrás y que llevó a la decadencia, por lo que no puede extrañar que empresarios de espíritu emprendedor, como en el caso que nos ocupa, estén impulsando un proyecto removedor en el área de la industria naval, con epicentro en la reactivación y modernización del astillero que ha operado históricamente junto al Club de Pescadores.
Recordamos que este emprendimiento tuvo sus puntos más altos cuando era propiedad de Alberto Díaz, padre del actual presidente de la Administración Nacional de Puertos (ANP), del mismo nombre, y que en su momento apostó a poder concretar la construcción de buques pesqueros para una empresa mexicana, en un negocio que prometía pero que luego se frustró, y con ello la posibilidad de un desarrollo y mantenimiento del astillero.
En esta oportunidad el empresario Macri, asociado con capitales españoles, tiene las miras puestas en llevar adelante actividades de mantenimiento, reparación y construcción de equipos de navegación fluvial y marítimo, con la posibilidad de reparar vagones para AFE en asociación con la empresa metalúrgica local Tecnodyl y dos empresas que cuentan también con inversiones en China.
Por cierto que entre las mejores perspectivas se ubicaría el poder integrar un cluster naval con otros astilleros uruguayos, ubicados en el sur, para eventualmente construir piezas de buques de mayor envergadura, de forma de ir incorporando mejor tecnología y posibilidades de participación, pero todo indica que hay grupos de interés que no están dispuestos a descentralizar ni compartir oportunidades con el Interior, y que prefieren hacerlo todo por sus propios medios sin dar entrada a otras firmas, por celo empresarial.
Pero confiamos en el espíritu emprendedor de los sanduceros, tanto de los empresarios como de la mano de obra calificada local y regional que no ha encontrado horizontes para aplicar sus conocimientos, y que en este caso a partir de la potenciación del Astillero tendría la oportunidad de hacerlo y superarse profesionalmente, para generar una sinergia fundamental que permita crecer en tecnología, en capacidad de trabajo y en crear nuevas fuentes laborales directas y en áreas de infraestructura que tanto necesita Paysandú.
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