Opinion | 29 Ago La integración del Mercosur continúa siendo afectada por las decisiones de los países grandes. Han pasado veinte años desde de la firma del Tratado de Asunción que dio lugar a la creación del Mercosur, pero Argentina y Brasil alimentan un conflicto comercial que termina por diluir los objetivos más profundos de la integración.
A las ya conocidas medidas argentinas que obstaculizan el ingreso de productos uruguayos, ahora se suma la elevada cifra que pide este país para permitir el paso de energía de Paraguay hacia Uruguay. Según informó Última Hora, las negociaciones con la Argentina para la venta de energía paraguaya a Uruguay se encuentran estancadas debido a que las autoridades de Paraguay no aceptan el monto exigido en concepto de peaje, que estaría en torno a los 48 dólares por MW/h, lo cual es considerado abusivo y desproporcionado.
El peaje es la suma de los costos administrativos, operativos y la vida útil de las líneas que se cotiza en unos 14 dólares, pero además las empresas estatales argentinas Ebisa y Cammesa exigen una compensación estimada en unos 34 dólares. Esto da una cifra de 48 dólares. Sin embargo, la viceministra de Minas y Energía, Mercedes Canese, explicó que “el peaje tendría que estar en torno a los 8 a 10 dólares porque es lo que cobraron a Brasil y es lo que nos dan los números”. El monto es cinco veces superior al que en su momento cobraron al Brasil por una operación similar. Las negociaciones pasaron a la instancia diplomática y se espera que Argentina revea su posición.
Primero fue la dificultad del cruce de mercaderías en los puentes, luego las demoras en la renovación de licencias no automáticas y también las sugerencias (no escritas) a los comerciantes argentinos de no comprar los productos uruguayos que tenían competidores locales y, por último, la exigencia de que las empresas argentinas exporten un dólar por cada dólar importado. Pero los uruguayos siguen siendo rehenes de las decisiones del vecino país. Nuevamente Argentina pone piedras en el camino de Uruguay. Este hecho atenta nuevamente contra los principios de libre tránsito y demuestra que a la hora de defender los intereses propios, el Mercosur no existe.