Paysandú, Sábado 03 de Septiembre de 2011
Opinion | 01 Sep En las últimas horas el ministro de Economía brasileño anunció que como decisión preventiva ante la situación internacional --todavía plena de incertidumbres, por cierto--, ha dispuesto medidas de contención del gasto público de forma de intentar aumentar sus reservas para generar un colchón que le permita atenuar los eventuales efectos de un panorama internacional, que puede complicarse ante la sucesión de eventos en Estados Unidos y Europa.
Esto lo hace un país con un superávit primario del 3,36 por ciento, pero que tiene además una serie de elementos mucho más positivos que Uruguay, porque capta inversiones al por mayor y políticas de desarrollo que lo llevan por ejemplo a liderar el mercado de los biocombustibles, su industria aeronáutica es una de las más importantes del mundo, así como goza de una creciente industrialización y es destino de transferencias tecnológicas.
El talón de Aquiles, igualmente, es la revaluación de su moneda, que lo ha encarecido respecto a otros productores y determina que sus productos de exportación también se encarezcan. Sin embargo ese gobierno está poniendo las barbas en remojo ante un escenario internacional que no da ninguna certeza.
Debe tenerse presente que la región, apoyada en la producción de commodities, logró sortear con éxito la crisis de 2008, que se inició en Estados Unidos y tocó además Europa, porque China siguió comprando y movilizando los mercados, por lo que solo durante unos meses se hizo notar la caída en la demanda y ello se reflejó en un parate del crecimiento sostenido que se estaba dando en nuestro país y que se ha retomado tras un período de unos meses en que reinó la incertidumbre.
El punto es que estamos muy lejos del “blindaje”, pese a la confianza que trasunta el gobierno ante estos hechos, lo que no está mal manifestarlo, al fin de cuentas, porque gobernar también es cuestión de transmitir confianza en los operadores, y la generación de expectativas positivas forma parte del ABC de la economía para que opere la sinergia.
Pero la confianza no solo debe transmitirse a través de enunciados y de afirmaciones sobre lo bien que estamos, sino de medidas concretas que lo respalden, desde que no puede pensarse que estamos bien y a salvo si a la vez no se ahorra ni un peso de la recaudación adicional originada en la bonanza y ni siquiera se hace lo que ha anunciado Brasil, como expresión de sentido común.
Tenemos una economía globalizada e hiperconectada, al punto que los economistas consideran que Uruguay podría estar a cubierto en forma directa de los avatares pero es ampliamente vulnerable en lo que se denomina economía de “segunda vuelta”, como lo analiza la economista Tatiana Rosa en artículo en La República, desde que si bien el comercio con Europa y Estados Unidos es un porcentaje menor del intercambio comercial, el efecto “dominó” podría hacer que dejen de comprarnos los que a la vez colocan mayormente sus productos en esos mercados.
Debe tenerse presente que Brasil es el primer destino de nuestras exportaciones, representando el 18 por ciento del total, seguido por zona franca de Nueva Palmira con el 11 por ciento, China con el 9 y Argentina con el 7, en tanto el 55 por ciento restante corresponde a otros países.
Salvo la concentración con Brasil, el resto de nuestras exportaciones está diversificado y excepto Argentina y China ningún país tiene más del cinco por ciento del intercambio total, pero más allá de esta canasta de compradores, con un importante peso de los países emergentes, estamos lejos de tener una barrera protectora contra la crisis de las economías centrales. Esto es, porque si los receptores de nuestros productos sienten el impacto de una crisis global –por ejemplo, porque sus exportaciones están dirigidas a Europa y EE.UU.--, seguramente dejarán de comprarnos en igual medida, o podrían dejar de ofrecer los valores excepcionales que pagan ahora.
Por ejemplo, mientras nuestras ventas al exterior dependen en gran medida de la economía brasileña, ésta a su vez depende fuertemente de China y Estados Unidos, a la vez que el 18 por ciento de las ventas del gigante asiático tienen como destino la economía norteamericana. El principal socio comercial del Brasil es China, con el 18 por ciento del total exportado, seguido por Estados Unidos con el 10 por ciento, y a la vez China, tercer socio comercial de Uruguay, vende el 18 por ciento de sus productos a Estados Unidos y 8 por ciento a Japón, dos países donde el consumo es fuertemente afectado por la crisis internacional. En tanto, Argentina vende el 23 por ciento de sus exportaciones a Brasil, que depende en gran escala de los países con dificultades.
Pero además el argumento principal de quienes aseguran que Uruguay no se verá afectado por la crisis, es que los alimentos seguirán siendo demandados –principalmente por China, con un fuerte crecimiento interno--, pero olvidan mencionar el impacto que tendría en el tramado social y económico del país el cierre de industrias grandes, medianas y pequeñas que exportan productos elaborados, por no poder competir en los mercados mundiales.
Todo ello indica que lo que no nos afecte directamente sí lo hará por vía de terceros o cuartos, con un efecto de segunda vuelta al tsunami inicial y por ende en lugar de confiarnos en “blindajes” macroeconómicos, corresponde asir el toro por las astas y salvar recursos para épocas difíciles, que por cierto nos pueden tocar en cualquier momento.
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