Paysandú, Domingo 04 de Septiembre de 2011
Opinion | 30 Ago El pasado fin de semana Paraguay denunció por abusivo y desproporcionado el peaje que Argentina pretende cobrar a la energía que dicho país intenta vender a Uruguay. Al respecto, la viceministra paraguaya de Minas y Energía, Mercedes Canese, dijo en declaraciones periodísticas que Argentina pretende cobrar por el pasaje de energía a Uruguay un peaje de 50 dólares el MW/h cuando, en otros casos, cobró por el mismo servicio entre 3 y 10 dólares.
Hoy, los medios de comunicación indican que las negociaciones están trancadas en este punto y que el problema se da porque las empresas estatales argentinas Ebisa y Cammesa exigen una compensación estimada en 34 dólares.
La semana pasada el presidente paraguayo, Fernando Lugo, encargó a la Cancillería un nuevo intento para lograr un acuerdo luego del fracaso de negociaciones directas entre presidentes.
Ahora, la viceministra paraguaya dijo en declaraciones a Océano FM que se sabe que Argentina cobró a Brasil entre 8 y 10 dólares el MW/h de peaje cuando el país norteño utilizó la red argentina para vender energía a Uruguay. Y agregó que Paraguay le cobra a Argentina menos de 3 dólares el MW/h cuando dicho país utiliza sus redes.
Toda esta situación puede ser tomada como una perla más al collar de las vicisitudes y rispideces entre los países miembros del Mercosur, que se suman a otras que han afectado directamente a Uruguay --como las reiteradas veces que los productos uruguayos encuentran trabas para ingresar a Argentina--, donde los países más chicos son siempre los más perjudicados frente a sus dos hermanos mayores.
Sin embargo, y por oposición, el asunto adquiere otra dimensión si se tiene en cuenta que en paralelo a esto los presidentes de Uruguay y Argentina inauguraron ayer en Salto, en medio de afectuosos saludos y declaraciones referidas a la integración regional, el servicio de tren de pasajeros entre ambos países.
Situaciones tan paradójicas son las que muestran una y otra vez a la tan mentada integración como un largo rosario de promesas rotas o, al menos olvidadas, en este rincón del Sur.
Indudablemente, la reapertura de la interconexión ferroviaria concretada en la víspera en Salto es un motivo de satisfacción y el abrazo entre ambos presidentes un gesto que esperamos dé frutos concretos hacia la integración verdadera que hasta ahora no hemos tenido. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que las inequidades subsisten, nada bien le hacen el propósito integracionista y realmente dificultan las cosas de formas a veces incomprensibles.
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