Paysandú, Domingo 04 de Septiembre de 2011
Opinion | 31 Ago En la historia contemporánea, los primeros censos se realizaron en el siglo XVIII en Suecia, Inglaterra y Estados Unidos. En Montevideo el primer censo (parcial) fue en 1852 y el segundo en 1860. Pero a la gente no le gusta que le pregunten de su vida. A lo que debe sumarse que es inocultable que los censos tiene un origen oscuro, en época del Imperio Romano, cuando registraban a las personas y sus bienes para cobrar impuestos y reclutar soldados.
Mañana comienzan en Uruguay los Censos 2011, en total siete, que buscan: actualizar la Base Cartográfica del Instituto Nacional de Estadísticas y la toponimia; actualizar el Directorio de Domicilios con fines estadísticos; Primer Censo de Entorno Urbanístico; Octavo Censo Nacional de Población; Cuarto Censo Nacional de Hogares; Sexto Censo Nacional de Viviendas; y el Censo Nacional de Locales con actividad económica.
Los censos --estadística descriptiva-- implican en esencia el recuento de individuos que conforman una población determinada. En general, un censo de población puede realizar algunas actividades extra que no se corresponden específicamente con la operación censal estadística. Se busca calcular el número de habitantes de territorio delimitado, correspondiente a un momento o período dado, pero se aprovecha igualmente para obtener una serie de datos demográficos, económicos y sociales relativos a esos habitantes, considerados desde un punto de vista cuantitativo. Es la fuente primaria de las estadísticas básicas de población que son necesarias para fines gubernamentales y aspectos de planificación económica y social.
Esa es la importancia clave de los censos, en cualquier parte del mundo y específicamente en Uruguay. Servir de base para la planificación. Muchas veces los gobernantes ejecutan políticas repentistas, extienden servicios, establecen áreas demográficas, impulsan mejoras en la salud o la educación, pero sin basarse en otra cosa que no sean los grupos de presión.
Lejos de la estadística, escuchan a los que más fuerte hablan, lo que implica la pérdida general de recursos y al mismo tiempo el aprovechamiento desigual de esas obras. Los censos no deben llamar a temor, más allá que al menos la persona que entrevista debe ser identificada. Cuando más datos puedan obtenerse mejor, no solamente para el gobierno, también para el desarrollo productivo, para el establecimiento de industrias, para decisiones comerciales.
El análisis y la evaluación demográfica es clave en el mundo contemporáneo. Temer responder al censista es anacrónico. Somos lo que somos, a partir de cuántos somos.
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