Paysandú, Domingo 04 de Septiembre de 2011
Opinion | 02 Sep De acuerdo al último registro --el de julio--, la tasa de desempleo se ubicó en el 5,5% de todos aquellos dispuestos a trabajar, lo que contrasta con el 11% que se observó en promedio en el año 2006. En valores absolutos, de los 170.000 personas que no tenían empleo hace seis años, la cantidad se redujo a poco menos de 100.000. La explicación no es otra que el aumento en el empleo. En ese período, según registros oficiales, se crearon 190.000 puestos de trabajo. De estos, 110.000 son femeninos y 78.000 masculinos.
El fuerte crecimiento que experimentó la economía uruguaya en los últimos años se vio reflejado en un mercado laboral muy dinámico, que mostró elevadas tasas de empleo (las más altas desde que hay registros) y bajas tasas de desocupación (las menores desde que se contabiliza).
La demanda laboral crece, y eso es bueno para un país como el nuestro, con la mayor parte de su población dependiente del empleo para su subsistencia. Por un lado, se nota un aumento en la cantidad de mujeres que ingresan a la fuerza laboral, aunque datos estadísticos indican que todavía hay 190.000 mujeres en edad de trabajar que podrían sumarse al mercado. La mayoría hoy se dedica a la crianza de sus hijos, y esa es la razón por la cual no trabaja.
No obstante, no todo el empleo femenino generado en los últimos años fue altamente calificado. Por el contrario, buena parte de la masa laboral femenina se desempeña en tareas que no necesitan capacitación especial, aunque se benefician de los cambios tecnológicos aplicados a los sectores productivos, que han hecho perder peso relativo a aquellas tareas físicamente más pesadas, y por consiguiente más aptas para el hombre.
Esto lleva al principal problema que en el área laboral Uruguay enfrenta hoy, y que se tornará grave en los próximos años si no se impulsan rápidamente cambios en ese sentido: la carencia de mano de obra calificada en los más diversos aspectos tecnológicos. De hecho la calidad de los recursos humanos es uno de los problemas más acuciantes que enfrenta la sociedad uruguaya.
Uruguay hoy vive una bonanza en la demanda de empleos, pero carece de un aparato educativo que haga énfasis en la especialización en aquellas áreas de mayor demanda laboral. Es cierto que hay esfuerzos desde el área estatal tanto como un paulatino aumento de las posibilidades que ofrece el área privada. Pero hay mucho camino por andar.
Generar empleos no debe ser el único objetivo en el campo laboral. Debe ir necesariamente acompañado de la educación que capacite para acceder a esos empleos. Uruguay tiene casi plena ocupación de su fuerza laboral. Ahora el desafío es otro, lograr la calidad de los empleos, lo que redundará en mejores retribuciones, más estabilidad y una mejor sociedad.
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