Opinion | 01 Sep La Jornada Nacional de Hipertensión Arterial, que se conmemora hoy y propone actividades para personas de toda edad, representa un llamado de atención sobre nuestros hábitos cotidianos y su incidencia en la salud.
La hipertensión arterial es el primer factor de riesgo de muerte en nuestro país y en todo el mundo y también es causa de muchas enfermedades invalidantes sobre todo en el corazón, los riñones y el cerebro. En Uruguay, uno de cada tres adultos es hipertenso y es cada vez más frecuente en niños y jóvenes, lo que se adjudica al estilo de vida y alimentación inadecuada.
Este aspecto debería ser tenido en cuenta por los padres, especialmente en aquellos casos en que hay antecedentes familiares de hipertensión, para detectar tempranamente cualquier problema en la salud de sus hijos por este motivo. Las instituciones de salud, por su parte, tienen la obligación de controlar la presión en cada consulta pediátrica.
Por otra parte, se trata de un factor de riesgo en el que todos podemos ayudar a la prevención, por ejemplo reduciendo la cantidad de sodio en la dieta. La sal es necesaria en el organismo en pequeñas dosis, pero si se sobrepasa la cantidad adecuada se puede producir retención de líquidos y aumento de la presión arterial.
Muchas veces en los hogares se consume sal innecesariamente agregándola a alimentos que ya la contienen y podrían ser saborizados con especias y hierbas. Pero además, hay que tener en cuenta que los alimentos frescos suelen tener una concentración de sal mucho más baja que los precocidos o preparados, como sopas comerciales, pastillas de caldo, pizzas, empanadillas, lasañas, croquetas, quesos curados, papas fritas o embutidos, por ejemplo. Disminuir la ingesta de estos preparados --a veces tan comunes en los hogares-- será un beneficio para la familia en general.
Por otra parte, es importante concientizar sobre estos aspectos también en los centros educativos de forma tal que las cantinas que allí funcionan tampoco los vendan, ofreciendo alternativas más saludables.
En definitiva, no sólo alcanza con tomarse la presión de vez en cuando sino también de actuar en prevención introduciendo en nuestros hábitos pequeños cambios que nos aporte mayor calidad de vida en lugar de fomentar enemigos silenciosos como la hipertensión.