Opinion | 04 Sep Pocos días atrás, se conformaron en Paysandú dos grupos de trabajo que tienen por objetivo fundamental, una de ellas, que se concrete en los hechos la ley que determina la creación del Parque Nacional de Purificación para que los orientales puedan acceder libremente al lugar donde estuvo situada la Villa de la Purificación y el Cuartel General del Hervidero mientras que la otra impulsará la recuperación del histórico Teatro Florencio Sánchez.
Resulta en extremo reconfortante que la sociedad sanducera establezca, a través de representantes de distintos sectores públicos o privados, grupos de acción que aporten su esfuerzo para la concreción de iniciativas de indudable valor e interés para la sociedad toda del Departamento y del país, acompañando a otras que como la Comisión para la Reactivación del Puerto que desde hace tiempo vienen bregando a favor de los legítimos intereses locales.
“Volver a la vida” al Teatro Florencio Sánchez más que una aspiración es un deseo y una necesidad de todos los sanduceros. Y, cuando vemos cómo han sido recuperados el “Colón” de Buenos Aires y el “Solís” de Montevideo no podemos menos que sentirnos obligados a hacer todo lo que podamos para poder volver a contar con esa magnífica sala. Un escenario con una historia envidiable que permite recordar que pisaron sus “tablas” personalidades desde Brindis de Salas a Juan Zorrilla de San Martín, desde Witold Malcunzynski a Luis Batlle Ibañez, desde Ruben Darío a Juana de Ibarbourou, desde Carlos Gardel a The Blue Kings (luego Los Iracundos) así como han pasado por su escenario todos los músicos sanduceros. Tampoco puede olvidarse que ha sido escenario de múltiples actividades protocolares oficiales como la visita de primeros mandatarios tanto de nuestro país como del extranjero y, ¿por qué no? –como fue recordada en la primera reunión de la Comisión de Amigos— la inolvidable experiencia personal de cada escolar que por un momento bailó y cantó en ese magnífico escenario siendo aplaudido por un teatro lleno.
No se procura reacondicionar un edificio cualquiera, se trata de recuperar una joya arquitectónica que contiene en su interior el espíritu de los sanduceros que lo construyeron, que lo disfrutaron y que vivieron experiencias inolvidables en su sala.
Por otra parte, la comisión que procura la creación del Parque Nacional de Purificación debe reclamar “sencillamente” que se cumpla con la Ley 17.631 aprobada hace ya ocho años. La misma declara al lugar Monumento Histórico Nacional estableciendo en su artículo sexto la delimitación del predio dentro de los padrones 4980 y 4983 de nuestro departamento y ordena la creación de un Parque Nacional a los efectos de que el histórico lugar pueda ser visitado por todos quienes deseen recordar y revivir espiritualmente al General Artigas y a todos aquellos que siguieron, más que al hombre, a sus ideales de libertad y lusticia.
Pero, lo que aparentemente resulta muy claro y simple, como lo es cumplir con una ley, se transforma en algo aparentemente imposible como se puede apreciar a la luz de estos largos ocho años en los que si se ha hecho algo no se ha logrado nada porque Purificación está hoy tan lejana para los orientales como cualquier otro campo cuyos propietarios, con todo su derecho, no permiten el ingreso.
Por esto la tarea de la comisión no es nada sencilla pues debe lograr que los poderes del Estado actúen según se lo manda la Ley para que el predio donde estuvo enclavada la Villa de la Purificación vuelva a ser de todos los orientales. Y en relación a la tarea, ardua tarea, que se acomete, permítasenos aplicar los dichos de un pensador local cuando refiriéndose a una tarea similar manifestó: “Enarbolemos la bandera de la orientalidad, empuñemos el sable de la legalidad, montemos el corcel de la razón y… ¡a la carga!”
Aunque con matices, ninguna de las dos tareas que aludimos resultan fáciles ni sencillas, pero quienes integran ambos grupos son sin dudas probadamente interpretes del espíritu de Paysandú y por lo tanto sabemos que harán todo lo necesario para que sus metas sean alcanzadas totalmente.