Opinion | 15 Sep El presidente José Mujica será recibido hoy en la sesión del Congreso de Intendentes, donde informará sobre el proyecto de patente única nacional que se pondrá en vigencia a partir de enero próximo. Se trata de un hecho histórico, alcanzado luego de arduas negociaciones y de fracasos también históricos por llevar adelante una iniciativa de este tipo.
Desde el acuerdo de Paso Severino, en el año 1995, que unificó los criterios para el cobro del tributo en las intendencias --aunque Flores quedó fuera del mismo-- la meta ha estado presente y fracasado una y otra vez. Ya en ese año entre las intendencias que suscribieron el acuerdo comenzaron a generarse diferencias que llevaron a que paulatinamente fueran saliéndose del pacto y varias buscaran formas de atraer vehículos de otros departamentos para empadronar.
Han sido 16 años de intentos infructuosos que no pudieron cambiar una situación de disparidad en el costo en el tributo de patente entre un departamento y otro, así como personas que empadronan vehículos en departamentos que no son su lugar de residencia, atraídos por los valores más baratos que ofrecen otras intendencias.
Meses atrás el prosecretario de la Presidencia de la República, Pablo Cánepa, dijo que “es ahora o nunca” refiriéndose a la posibilidad de concreción de la patente única a través de una activa intervención del Poder Ejecutivo en este tema, para buscar una fórmula de acuerdo y asegurar algún tipo de subsidio a las intendencias que eventualmente se vieran perjudicadas económicamente por la unificación.
Ya están manejándose los costos que tendrán las nuevas patentes y las características del fideicomiso que será creado para llevar adelante la iniciativa. Así es que es de esperar que hoy el presidente “le ponga el moño” al paquete de negociaciones que han venido desarrollándose en los últimos meses y será un verdadero acontecimiento tener a partir del año próximo la esperada patente única. Nunca antes las intendencias tuvieron la oportunidad de contar incluso con apoyo económico para instrumentar una iniciativa de este tipo. Ya no hay excusas para no aprovechar la oportunidad pero si después de todo esto alguna intendencia no respeta el acuerdo, las consecuencias deberían ser ejemplarizantes.
Parece pues que finalmente alguien le pone el cascabel al gato en este espinoso asunto que resultaba ya una especie de oprobio a nuestra imagen como país, por tratarse de un tema que no habíamos sido capaces de resolver por lo menos en el último medio siglo.