Paysandú, Domingo 18 de Septiembre de 2011
Opinion | 15 Sep En las últimas horas la delegación paraguaya ante el Parlamento del Mercosur denunció el “permanente incumplimiento del Tratado de Asunción”, que creó el Mercosur, por Argentina, en lo que debe considerarse por cierto como un eslabón más en la larga cadena de desencuentros, prescindencias y hasta avasallamientos que protagonizan los grandes socios del acuerdo, es decir Brasil y Argentina, respecto a los socios menores.
La delegación guaraní dio a conocer un documento, emitido por el presidente del grupo, Alfonso González, en el que da cuenta de “la obstinada e irracional oposición (argentina) a que Paraguay exporte su escasamente competitivo remanente energético al Uruguay”.
Ocurre que para esta exportación, Paraguay, por no ser país limítrofe con el nuestro, debe usar el sistema eléctrico argentino, y según denunciaron funcionarios paraguayos, Argentina pretende cobrar un peaje “abusivo” para el transporte de esta energía.
Así, cuando en la región el costo por peaje por MW hora ronda los 12 dólares, Buenos Aires pretende cobrar nada menos que 48, es decir cuatro veces más.
En este contexto la viceministra de Energía de Paraguay, Mercedes Canese, dijo a El País que Argentina “se mostró dispuesta a flexibilizar su posición” aunque aún no hay ningún resultado concreto y en realidad la negociación está ahora a cargo de las respectivas cancillerías, en tanto desde el Parlamento paraguayo también se formulan fuertes críticas ante la postura argentina en este caso específico.
Para los parlamentarios paraguayos, el “prohibitivo canon” que quiere cobrar Argentina “empantana las negociaciones bilaterales al antojo de los enemigos de una integración genuina”, a lo que la presidencia del grupo paraguayo del Parlasur agregó también como crítica el “proteccionismo despiadado e incesante” de Argentina y Brasil.
El documento de la delegación paraguaya por otro lado “repudia el recrudecimiento de las medidas de fuerza impulsadas por las organizaciones sindicales argentinas”, sobre lo que expresa que desde el 26 de agosto estas organizaciones han paralizado el comercio internacional paraguayo en puertos argentinos, con graves pérdidas para la economía, teniendo en cuenta que a fines del año pasado el mismo gremio de portuarios argentinos boicoteó a barcos con cargas paraguayas violando normas internacionales, ocasionando pérdidas por 300 millones de dólares, de acuerdo a la denuncia de Asunción.
En el tema que nos ocupa, es evidente que Argentina no tiene mayor interés en liberar el paso de energía eléctrica paraguaya hacia el Uruguay, según se desprende de los elementos expuestos, a menos que obtenga pingües ganancias con del servicio, en un escenario que implica no solo un trasfondo de lucha de intereses, sino que también pretende ahogar a Paraguay para mantenerlo dependiente, consolidando escenarios geopolíticos en su beneficio.
No debe perderse de vista que si bien integran un bloque, los países del Mercosur tienen rubros en los que compiten por acceder a los mercados internacionales, como es el caso de determinados commodities y que la disponibilidad de energía es un factor estratégico fundamental para la logística y la propia producción.
Y si bien también hay intereses coincidentes, por la sinergia que proporcionan elementos logísticos como la interconexión de puertos del río Uruguay --dejados de la mano de Dios durante mucho tiempo--, no es menos cierto que Argentina y Brasil tienen sus propios intereses en el Mercosur, y a veces por acuerdos bilaterales y otras por iniciativa propia, han acordado dentro del bloque sin participar o consultar a los otros dos socios, a los que han planteado hechos consumados con su característico “tómenlo o déjenlo”.
Por lo demás debemos tener en cuenta que cuando Uruguay, por falta de respaldo de potencia, necesita comprar electricidad a los países vecinos, por más integración y enunciados de buena voluntad que se formulen, de las “palmaditas” en las reuniones de presidentes --como en la reciente de Cristina Fernández y José Mujica--, debe pagar valores de cuatrocientos dólares el megavatio, lo que indica que no se está regalando nada y la mentada solidaridad no pasa de los papeles.
Ahora, un Mercosur en el que hasta el peaje por electricidad es una fuente de conflictos y de intentos de pasar facturas y hacer pesar los intereses propios por sobre los acuerdos, debemos convenir en que está muy lejos de siquiera satisfacer las aspiraciones mínimas de complementación, integración e intercambio comercial que propenda al desarrollo común y mejora de calidad de vida de los pueblos, como debería ser su objetivo primordial.
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