Paysandú, Domingo 18 de Septiembre de 2011
Opinion | 16 Sep Fue una tarde de miércoles. El presidente Mujica no solamente tuvo que ser extremadamente cauteloso ante los productores agropecuarios sino también ante los industriales. Pero, para colmo, un compañero de aquellos oscuros años de celdas, lo acusó de vender el país y lo que representa la sangre derramada por tupamaros muertos.
Nunca esperó (y su custodia menos) que el ex tupamaro Sergio Lamanna lo acusara “de entregar el pueblo a las multinacionales” junto a la “Tronca” y el “Ñato” (Lucía Topolansky y Eleuterio Fernández Huidobro). Sin embargo, ese episodio no fue lo más importante de una agenda cargada de Mujica, que incluyó un encuentro con dirigentes del fútbol uruguayo para ver cómo avanzan las negociaciones por las transmisiones del Mundial 2014.
Lo más importante fue apreciar que el presidente sigue haciendo evaluaciones pero no muestra una línea de soluciones. En su reunión con la Asociación Rural dijo que hubo “mucho respeto” y que especialmente consideró lo que “sociológicamente representa” la ARU. Ante la Cámara de Industrias sostuvo que las trabas están en problemas institucionales en el Mercosur aunque los presidentes “se llevan bien”. Lo peor, es que aseguró que “ese es un problema grave que tenemos de futuro”.
Convendría que Mujica conjugue mejor el presente que el futuro, porque ahora es cuando está en la Presidencia y ahora es cuando debe buscar soluciones a los problemas del país. No es mala idea que lo haga sectorialmente, en la medida que si así lo hiciera llegaría a la sociedad toda.
No es suficiente con respetar a los agropecuarios y admirar los mejores ejemplares en El Prado. Y no es suficiente con echarle la culpa a la estructura deficiente del Mercosur, porque el país necesita de otras acciones, algunas de las cuales deben provenir del Ejecutivo. Por ejemplo, no hay suficiente incentivo a la industria nacional. La hegemonía de precios establecida por la oferta china en los más inimaginables productos no ha encontrado respuestas concretas desde el gobierno para que Uruguay vuelva a producir, aunque sea en escala para el mercado interno. Es tiempo de dejar la etapa de diagnóstico y de conducciones erráticas. Tan erráticas como Mujica al afirmar que el sueldo del presidente no tiene descuentos jubilatorios y Astori ofrecer exhibir el recibo para demostrar lo contrario. O de un impuesto con dos proyectos desde el mismo Ejecutivo, como el del adicional a grandes extensiones.
Bueno es pensar en el futuro, pero malo es hacerlo a costa del presente. Las administraciones de gobierno deben planificar el futuro a partir del presente. No queda otra.
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