Paysandú, Lunes 19 de Septiembre de 2011

Operativos de saturación: “frío, frío”

Opinion | 17 Sep Hace unos quince días y durante más de una hora, una veintena de Policías participó en un operativo de saturación dispuesto por la jefatura local, en un barrio de la zona norte de la ciudad, enmarcado en las directivas del Ministerio del Interior, que hasta ahora los había implementado únicamente en zonas críticas de Montevideo en materia de seguridad.
En el caso de Paysandú esta primera actuación, que contó con el apoyo de la Dirección Municipal de Tránsito, derivó en la detención de un joven y se dispuso la ocupación preventiva de dos motocicletas carentes de documentación y chapa matrícula, con un saldo calificado de positivo por el jefe de Policía sanducero, Roque Arámbula, en cuanto a los objetivos que se habían trazado.
De acuerdo al ministro del Interior, Eduardo Bonomi, este tipo de operativos se realizará en áreas donde haya una situación preocupante sobre seguridad pública, a la vez de considerar que la reestructura interna del Ministerio del Interior y su política de combate a la delincuencia tienen como objetivo para este año la disminución de las rapiñas. “Este es el mayor problema que sufren los uruguayos en cuanto a seguridad”, sostuvo.
Y por cierto que es una problemática que si bien hace años pareció comprender solo lugares críticos de Montevideo, gradualmente se ha ido extendiendo a todo el país, incluso al interior profundo que hasta cierta época parecía estar a salvo de la escalada de la inseguridad.La participación de efectivos policiales en estas acciones forma parte evidentemente de un conjunto de políticas que implican actuar en la disuasión, la prevención y la represión como forma de contener la ola delictiva que se da con mayor énfasis en los centros urbanos más poblados.
Y por cierto que lo que se está haciendo al fin de cuentas es responder a un clamor popular, a los requerimientos cada vez más acuciantes de una ciudadanía que se siente indefensa ante antisociales cada vez más agresivos y desconsiderados hacia la integridad física de sus víctimas.
Los operativos de saturación son por lo tanto un instrumento que en estas circunstancias de ausencia de respuestas es por lo menos valedero a cuenta de otras acciones complementarias en una diversidad de áreas, y que debe ser utilizado en forma criteriosa y sostenida en apoyo al vecino indefenso.
Pero a diferencia de Montevideo, donde la Policía ya marcó presencia en barrios tan problemáticos como el tristemente célebre “40 Semanas”, o el Marconi, la singularidad del operativo desarrollado en la zona de Paycap es el de haberse realizado no donde se guarecen los malvivientes, o donde están sus “aguantaderos”, o desde donde se distribuye la mayor parte de la droga que envenena a los adolescentes en la puerta de los liceos, sino precisamente en un barrio de clase trabajadora cuyos habitantes son en realidad las víctimas de los arrebatos, robos y “raterías” de los antisociales. Estos mayormente viven en otros lugares claramente identificados por toda la sociedad, y por supuesto, la misma Policía. Es decir que en el mejor de los casos, con acciones como las desarrolladas en Paysandú sólo se puede esperar que los delincuentes que tienen al barrio como coto de caza, detengan sus tareas por un rato hasta que las aguas se calmen, o sea, hasta que se retiren los uniformados del lugar.
Mientras tanto aquí sigue habiendo zonas “liberadas”, donde es sabido que si un patrullero osa aventurarse saldrá con múltiples destrozos; no llegan las ambulancias, los repartos a domicilio o los taxis porque seguro serán víctimas de “la moneda para el vino” y posterior despojo de algún valor, con riesgo cierto de que sus ocupantes resulten heridos en el atraco. Allí los delincuentes son protegidos por sus pares entre las precarias viviendas e intrincados pasillos del barrio, la droga se comercializa y se consume a la vista de todos, muchas construcciones ofician de “aguantaderos” y los arroyos y montes cercanos ocultan restos de cientos de motocicletas hurtadas, que obtienen en la ciudad a razón de dos por día.
Es decir que si lo que se pretende es prevenir el delito en base a presencia policial, las acciones llevadas a cabo hasta ahora son insuficientes, por cuanto es necesario que la autoridad esté allí en forma permanente para percibir algún efecto real.
Si por el contrario se busca dar un golpe de efecto al corazón del terreno propio de los delincuentes, extrañamente se ha actuado lejos de donde se sabe que están. Son aspectos a corregir, para no seguir gastando energías en despliegues que poco pueden hacer para cambiar la situación.


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