Paysandú, Viernes 23 de Septiembre de 2011

Paradigma productivo sanducero ante desafíos de los nuevos tiempos

Opinion | 20 Sep Siempre son bienvenidos, sobre todo en el Interior y en este caso específico de Paysandú, el anuncio sobre emprendimientos que signifiquen fuentes de trabajo, y mucho más aún, cuando implican la realimentación de un proceso de reactivación logístico-industrial, como es el caso del transporte fluvial e infraestructura de apoyo.
En este contexto se inscribe la colocación, el viernes, de la piedra fundamental del proyecto del nuevo “Astillero Paysandú”, por el consorcio que lleva adelante la iniciativa en la que participan los empresarios sanduceros Mario Macri y Martín Brum en forma conjunta con empresarios españoles encabezados por Jorge González y José Fernández, a partir de una idea que fue madurando desde que Macri se hizo cargo de las instalaciones de la industria como apoyo a la reparación y mantenimiento, en principio, de los buques de su empresa extractiva.
Y si bien como reconociera en más de una oportunidad, su trayectoria empresarial no ha transitado por el abordaje de la problemática inherente al manejo y gestión de un astillero, como buen empresario se ha asesorado y compenetrado del tema a partir de la gestión de la industria extractiva, lo que lo ha llevado a establecer los contactos para asesorarse e integrarse al proyecto a efectos de hacer realidad el nuevo astillero mediante una asociación con quienes sí tienen el know how.
En principio, la industria naval sanducera estará en condiciones de emplear a un centenar de personas, a partir de un inicio de actividades que se espera no demoraría más allá de fines del año que viene, en tanto se cuenta ya con cartas intención de empresas armadoras, es decir las propietarias de barcos, que estarían dispuestas a reparar o construir barcazas y otros buques en Paysandú. Claro, todo va a depender de la realidad del mercado, de los pro y los contra que se manifiesten en la región para que finalmente en los hechos se refleje esta disposición, como todos esperamos.
Pero no es menos cierto que es una apuesta valedera y que se nutre de la historia de Paysandú, de los recuerdos que sustentan los proyectos de hoy, parafraseando lo que expresara Macri en oportunidad del acto al definir que la juventud “la tendremos aquellos que tengamos más proyectos que recuerdos”.
Y por cierto que Paysandú tiene recuerdos, y de los buenos, pero cultivarlos no debe significar seguir viviendo en el pasado ni añorando lo que fuimos, sino apelar al espíritu que llevó a esas conquistas para adaptarnos al mundo actual y afrontar con decisión los desafíos que plantean el presente y el futuro.
Ello nos lleva a asumir que los tiempos han cambiado y que será harto difícil recrear la instalación de grandes fábricas como a fines de la década de 1940, que generaron el paradigma del Paysandú industrial por excelencia, lo que no debe a la vez llevarnos a renegar de todo lo que tiene que ver con aquel escenario, sino a tener la visión de utilizar algunos elementos de aquella época para sustento de la apuesta que es preciso reafirmar cada vez que podamos, y que refiere básicamente a la capacitación y tecnificación que surgió de talleres e infraestructura de apoyo a aquellos emprendimientos.
No debe perderse de vista que la radicación de capitales y capacidades técnicas para las industrias fue un factor regenerativo y se fue creando capital humano en forma sostenida, lo que ha permitido mantener en funcionamiento buena parte de aquellas industrias. Igualmente, todos sabemos las dificultades que se presentan para competir en un mundo globalizado y ante países que producen a gran escala, con mano de obra barata y costos muy inferiores en energía y otros insumos, así como con menor carga impositiva y proteccionismos encubiertos.
Ello no quita que tengamos ventajas comparativas importantes dentro del país y la región, debido a una cultura industrial que ofrece mayor disponibilidad de mandos medios y operarios para responder a las expectativas de los empresarios que promuevan emprendimientos como el del astillero en esta oportunidad, y como podrían ser otros proyectos que esperamos se puedan integrar al parque industrial de Casa Blanca, entre otras alternativas eventualmente en el área agroindustrial, a las que naturalmente se deben agregar emprendimientos en el área del comercio, de los servicios y tecnologías informáticas, entre otras posibilidades.
Por lo tanto, de nuestra adaptación a nuevos paradigmas productivos y tecnológicos, de asumir que hay mucho para hacer en coexistencia y/o complementación con las grandes fábricas de otrora, depende nuestra inserción en la región y el mundo y por ende el futuro del departamento. Y ello se va a dar si procuramos ponernos a tono con la velocidad de los cambios en lugar de tratar de que los tiempos se adapten a nosotros, que eso es lo único que no se va a dar, de seguro.


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