Paysandú, Sábado 24 de Septiembre de 2011
Opinion | 22 Sep Uruguay cuenta con casi doscientos museos, la mayoría de los cuales en realidad desempeñan su actividad con múltiples carencias y sin demasiado apoyo institucional y comunitario. A su vez, la falta de técnicos formados en el país en esta área específica de la actividad cultural dificulta una gestión que explote el máximo potencial de estos espacios, más allá de los esfuerzos en solitario que puedan hacerse o las expresiones de buena voluntad.
Por eso, congratula saber que está siendo redactada una Ley de Museos y conformándose las bases de un sistema nacional de museos con la participación de representantes de todo el país. El dato no es menor y demuestra una significativa apertura en un país que debe necesariamente terminar de romper con el modelo centralista, que piensa un país a la medida de lo conocido por quienes desde siempre han tomado las decisiones desde la capital, sin conocer las especificidades de cada porción del resto del territorio.
Entre sus aspectos medulares, el proyecto de ley prevé la inscripción obligatoria en un registro de todos los museos públicos, y que para efectuar ese registro tanto los existentes en la esfera pública como privada deben cumplir con ciertos requisitos como contar con un plan museológico, administración e infraestructura adecuada y un calendario que contemple las actividades de exposición, investigación y educación.
Indudablemente que el funcionamiento en red y en forma orgánica, como sistema, será un beneficio para todos en múltiples aspectos y fundamentalmente en lo que refiere al acceso a financiamiento y capacitación del personal y técnicos, así como el respaldo institucional. Pero además será un interesante paso hacia las nuevas concepciones de qué es y cómo se gestiona un museo. Hoy ya nadie duda que un museo es algo más que un lugar para conservar y exponer el patrimonio artístico, histórico y cultural de una ciudad, una región o un país. Por el contrario, parece ser cada vez más evidente la necesidad de que los museos se conviertan en un espacio dinámico en el que la gente participe de lo que se muestra allí, dejando de ser un simple espectador, que interprete y aprenda.
Avanzar hacia la construcción de esos nuevos significados no sólo permitirá un fortalecimiento de estos espacios culturales sino también una mayor utilidad social y hasta una herramienta válida para la generación de ingresos a través de la contribución, por ejemplo, al turismo histórico y cultural a lo largo y ancho del país.
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