Locales | 26 Sep Llegó al parque cerrado, estacionó y quedó esperando que le llegara el turno de largar rumbo a Fray Bentos.
Fue allí, en Bulevar Artigas, en ocasión de las 500 Millas para autos Históricos argentinos-uruguayos, pintado de color verde abajo y amarillo en el techo, parte superior del capot y de la popa, una coupé Ford de 1938.
Al estilo TC, con guardabarros recortados, prolijamente terminado.
Escondiendo en sus entrañas un poderoso motor Ford V8, originalmente de una Ford F100, por supuesto, mucho más moderno que el auto en sí, preparado y capaz de hacer “volar” a la vieja pero airosa coupé que se robó muchas miradas de quienes rodeaban los autos para apreciarlos en toda su dimensión.
Su propietario, Alejandro Ferreira, nos decía que el Ford se encuentra prácticamente original en muchos de sus elementos, salvo precisamente el motor F100, y el recorte en los guardabarros y algún otro detalle como el volante.
El chasis, tren delantero, parrilla -en doble V y amplia por cierto- son originales.
También lo son las rejillas laterales, los dos grandes faros instalados en la parte frontal, más hacia el interior, casi junto al torpedo, de los guardabarros.
En los laterales, el vidrio de la puerta y uno fijo ubicado inmediatamente después.
Tanto el parabrisas como la luneta trasera son en dos tramos. La popa es larga y en descenso, como lo marcan las líneas de estas apreciadas coupés que hicieron “roncha” en su momento.
Se bajó en 17 centímetros la altura del auto a efectos de darle un mejor coeficiente aerodinámico, algo que ya se hacía andando los años ‘60 en los Turismo Carretera argentinos.
Este Ford coupé que “vive” en Argentina, fue uno de los autos de su tiempo mejor presentados, y ni que decirlo, cuando arrancó y se fue raudo rumbo a la próxima meta, el poderoso V8 ejecutó una sinfonía de aquellas, que tan bien le caen a los oídos de mecánicos y gente que sigue “prendida” a los autos del treinta y pico...