Paysandú, Miércoles 28 de Septiembre de 2011
Deportes | 26 Sep Fabián Coito, el técnico que llevó a Uruguay a la final del Mundial Sub 17 de fútbol, llegó a Paysandú a contar su experiencia al frente del combinado junto a otros integrantes del cuerpo técnico.
La Celeste no pudo alcanzar el título pero se quedó con una histórica medalla de plata que sorprendió a todos, gracias a un trabajo planificado a nivel de selecciones, más allá de que, como el mismo Coito admite, no siempre garantiza los resultados.
“En un resultado deportivo intervienen muchos factores, al punto que no es condición suficiente trabajar para poder ganar. Y si bien la seguidilla de participación en diferentes torneos en Sudamérica y los resultados han sido buenos, más importante es la experiencia de los chicos como futbolistas. Ellos han ido creciendo, y el cuerpo técnico ha aprendido y madurado”, explicó el entrenador.
Coito aseguró que, más allá del trabajo, nadie esperaba llegar a la final del Mundial cuando se comenzó a trabajar con esta generación de jugadores, en 2008.
“No lo esperábamos por varios motivos. Primero, porque se había logrado una sola vez en la historia de las selecciones juveniles. Por eso, más allá de la ilusión, apuntamos a objetivos más cercanos como la participación, la formación de la selección, el crecimiento individual y colectivo. Y desde el punto de vista de resultados apuntamos al Sudamericano: intentar ganarlo o definirlo, y clasificar al Mundial como objetivo importante”, dijo.
Ya en el Mundial, gran parte del recorrido estaba realizado, “porque son 240 Asociaciones las que habían luchado por solo 24 lugares”.
Tras una primera fase superada sin dificultades, Uruguay comenzó el desafío de ganar o volver a casa.
“Comenzamos la segunda fase contra Congo, sabiendo que iban a aparecer equipos con los que no teníamos experiencia previa. Había confianza pero también incertidumbre. Pero comenzamos a pasar fase tras fase y llegamos al partido clave, o el más recordado, que fue contra Brasil”, relató.
El técnico comentó que para afrontar con éxito ese partido fue fundamental el hecho de haber jugado varios choques previos ante este rival.
“Nos ayudó mucho el conocimiento previo que había. Lo conocíamos y ellos también. En el Sudamericano había sido un 0 a 0 cerrado, y previo al Mundial jugamos cuatro partidos en Brasil: dos ante la selección de Río Grande del Sur, que tenía cinco jugadores de Brasil, y dos partidos ante la selección brasileña en su concentración, donde ganamos uno cada uno”, reflexionó.
Más allá de que la altura, el eterno cuco de los uruguayos, no fue tal en esta ocasión dado que se jugó a menos altitud que en el Sudamericano de Ecuador, Coito destaca que todos los escollos fueron superados gracias al trabajo previo y a los jugadores.
“Con respecto a la altura los resultados fueron muy buenos en base a la preparación y a la calidad individual de los jugadores, que es la clave de estos logros. Tienen una capacidad física muy buena, capacidad aeróbica, mucho recorrido, muy dispuestos a jugar frente a cierta adversidad”, resaltó sobre lo sucedido sobre todo en el Sudamericano en el que consiguió clasificar al Mundial de México.
Esa calidad de los jugadores a la que se refiere Coito es, en definitiva, la que cualquier aficionado proyecta pensando en el seleccionado mayor.
Y pensando en el recambio generacional, al estar inmerso en el proceso de las selecciones inferiores, Coito asegura que Uruguay tiene buen material de cara al futuro. “Hoy el recambio se está dando con la Sub 20 de Egipto por cercanía de edad y calidad de jugadores. Hablando de la Sub 17 hay mucha expectativa con la calidad de jugadores que puede haber. De hecho para los Panamericanos se ha hecho una mixtura de varias edades y se ha tenido en cuenta a 5 o 6 jugadores Sub 17, a sugerencia de Tabárez, porque quiere mantener el contacto y verlos en competencias más exigentes. Verlos con ojos de selección nacional”, explicó.
Como técnico del proceso de selecciones juveniles, y sobre el proyecto para el fútbol del Interior, Coito entendió el cuestionamiento de los clubes con respecto a preparar jugadores sabiendo que luego, pese a la inversión, pueden ser llevados por equipos capitalinos.
“Eso pasa habitualmente. De hecho, una fuente generadora de futbolistas es el Interior. Creo que primero hay que evitarlo porque hay que pensar en el chiquilín de 13 o 14 años no sé si está preparado para ir a Montevideo. También hay que entender que va en busca de cierta ilusión, de cosas que le prometen y muchas veces no se cumplen porque los clubes cambian de gente permanentemente, cambian de política deportiva --si es que las tienen --, porque muchos llevan para llevar, para justificar un trabajo”, dijo.
Y agregó: “acompañar una competencia en su ciudad que le permita a él creer que manteniéndose en su ciudad más años no lo aleja de lo que es la competencia de nivel, continuada, organizada y ordenada, que le permita su crecimiento, es importante. Es lo que los motiva. A un niño no le gusta entrenar tanto, ni creo que ningún entrenador está preparado para tener 150 entrenamientos y 14 partidos al año”.
Coito dijo además: “al chiquilín hay que crearle conciencia de que se quede con su familia, sus amigos y en su ciudad. No se va a meter en un lugar en donde las condiciones adversas lo harán frustrar en su posible carrera. Y en la competencia local se genera un mejor nivel”.
Para acompañar el proceso y evitar la sangría de jugadores sería importante tener un equipo profesional, “aunque no es fácil”. “No estoy tan al tanto de los detalles. No dudo que el fútbol del Interior tiene intención de integrarse, pero debe haber condiciones que hacen que no lo vean como posible, porque el fútbol al uruguayo le apasiona, competir le apasiona. Pero seguramente seguramente los clubes querrán que sea en forma organizada y que eso no genere cerrar las puertas del club dos años después”, aseveró.
Al ser consultado sobre cómo ve al fútbol del Interior, Coito reflexionó: “hay una proyección de que el Interior cada vez brinda más jugadores a las selecciones juveniles. Es un dato estadístico y dice que el jugador del Interior es de gran nivel. Primero porque juega en el barrio, más horas que el de Montevideo, muchas cosas que hacen que vaya creciendo como futbolista. Juega con mayores y si sus condiciones se lo permite gana en crecimiento. Particularmente me encanta y es una fuente inagotable de chiquilines. Además me gusta mucho las características del chico del Interior: es más sano en el aspecto de que no tiene esa viveza criolla mal interpretada; es más abierto, tiene relaciones familiares más sólidas, y todo eso hace que haya más materia prima”.
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