Paysandú, Jueves 29 de Septiembre de 2011
Opinion | 24 Sep El gobierno central, encerrado en la burbuja de Montevideo y haciendo caso solo a la realidad capitalina, sigue desoyendo el reclamo del Interior, sobre todo del norte del río Negro, contra el decreto del cambio de hora que implantara en su momento el gobierno del doctor Tabaré Vázquez.
Es no es un invento de este ni del anterior gobierno, sino que con raras excepciones se ha hecho en los gobiernos de todos los partidos, porque la verdadera y única razón del cambio de huso horario en Uruguay es la comodidad del montevideano, en especial el funcionario público, que de esa manera puede gozar de más horas de sol al finalizar su holgada jornada laboral. Pero en 2006 con el “decreto Vázquez” de “Eficiencia Energética” se buscó de alguna forma justificar la medida en el absurdo de que de esta forma se reduciría sustancialmente el consumo eléctrico de los hogares, al correr la noche una hora más tarde –eliminando así la necesidad de encender las luces--. La fuerza de la norma legal, válida de ahí en más por seis meses cada año, demostraba la determinación política de imponer los cambios.
Pero en este caso les ha salido el tiro por la culata, por cuanto los presuntos ahorros de consumo de energía y beneficios para el turismo –también manejados como argumentos a favor-- han quedado desmentidos. No solo no hay beneficios, sino claros perjuicios para los ciudadanos del Interior. Con el nuevo horario las noches se hacen más cortas y el fresco de la madrugada veraniega llega demasiado tarde, cuando ya falta poco para iniciar la jornada. Al mismo tiempo el adelanto de la hora trastoca el reloj biológico de las personas, que agotadas por un descanso inadecuado e insuficiente rinden mucho menos en sus trabajos. Por supuesto que nada de esto fue tenido en cuenta por el Ejecutivo, puesto que en nuestro país, tan proclive a redactar normas sin el debido análisis previo, no se hizo ningún estudio sobre el impacto en los trabajadores, ni en la productividad de las empresas.
Sin embargo nuestros representantes nacionales en todos estos años han demostrado indiferencia ante este clamor popular, con alguna excepción como la exposición del representante colorado Walter Verri hace pocos días en la cámara de Diputados.
Destruidos los argumentos del Ejecutivo por la fuerza de los hechos –no se ahorra energía sustancialmente; no sirve para el turismo; la gente no se adapta--, correspondería que toda la “Paybancada”, sin distinción de divisas, actuase en procura de devolvernos la hora que nos roban los montevideanos. Mejor aún, buscando alianzas con representantes de todos los departamentos del Interior, en especial los del Norte, que sufren lo mismo que nosotros.
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