LA RESURRECCIÓN DE PINOCHET

Locales | 25 Sep (Por Horacio R. Brum). Fue integrante de la escolta de Augusto Pinochet, durante el gobierno militar; es uno de los duros más duros de la derecha chilena y promovió la agresión a los intereses españoles cuando el juez Baltasar Garzón consiguió que el ex dictador fuera detenido en Inglaterra. Reciclado como alcalde de la comuna de Providencia, una de las zonas elegantes de Santiago, el coronel (R) Cristián Labbé no se caracteriza por la sutileza de sus palabras ni por la diplomacia en sus actos. Tanto añora los viejos tiempos, que trajo desde Europa, e hizo instalar en un salón especial de la municipalidad, el juego de comedor de la casa inglesa donde Pinochet pasó su detención.
Esta semana, Labbé dejó en evidencia ante la opinión pública y los medios nacionales e internacionales el alma dividida de la derecha que gobierna actualmente Chile: junto a un sector que intenta dar una apariencia de modernidad y liberalismo, existe otro que todavía cree que la sociedad debe funcionar sobre la base de las jerarquías y la obediencia.
Después del desalojo pacífico -aunque con gran despliegue policial- de varios liceos municipales, que habían estado tomados como parte de las protestas estudiantiles iniciadas en mayo, el alcalde anunció el reinicio de las clases. Cuando los alumnos y los profesores llegaron a los establecimientos educacionales, se encontraron con policías en las salas de clases, quienes supuestamente tenían la misión de impedir nuevas tomas. El hecho provocó la irritación de los docentes, los estudiantes y sus padres y la respuesta a las manifestaciones de descontento fue el uso de camiones hidrantes y fuerzas especiales de la policía. Ante las críticas y los cuestionamientos periodísticos, el alcalde amenazó primero con no recibir más en los liceos a alumnos de otras comunas y luego, con cerrarlos hasta que los estudiantes terminaran con sus movilizaciones en pro de una educación de calidad y verdaderamente gratuita para todos. Este conflicto es justamente un ejemplo de lo que el movimiento estudiantil  define como inequidad en la educación. Providencia es una de las comunas más ricas de Chile y tiene recursos para mantener sus escuelas y liceos a niveles similares a los de los países desarrollados, pero como las familias de la zona prefieren enviar a sus hijos a colegios privados, la municipalidad tiene plazas sobrantes. Cada año, éstas son disputadas por miles de estudiantes de comunas más pobres, donde el presupuesto apenas alcanza para pagar a los profesores.
Así, cientos de niños y jóvenes viajan diariamente dos o más horas, atravesando todo Santiago, para mejorar sus posibilidades educativas. Por una coincidencia basada en el poder económico, pero con connotaciones políticas, Providencia y otras pocas comunas que integran el llamado “Barrio Alto”, donde viven los más ricos, y gobernadas por la derecha, las que logran los mejores puntajes en las evaluaciones periódicas del sistema educativo público.
A pesar de que el presidente Sebastián Piñera aceptó reunirse una vez con los estudiantes, el gobierno sigue sin aceptar que todos los sectores de la opinión pública intervengan en la confección de proyectos y leyes para mejorar la educación. Su apuesta al desgaste del movimiento estudiantil fracasó esta semana, cuando los universitarios y los liceales lograron  reu-nir más de 70.000 personas, de todas las clases y edades, en un acto en Santiago, que tuvo réplicas en todas las principales ciudades del interior del país.
La “mano dura” del alcalde de Providencia agregó otros puntos de rechazo al gobierno, como se pudo notar por los espontáneos bocinazos que respaldaron a un grupo de jóvenes que llegó hasta la sede municipal, ubicada en una de las principales avenidas de la capital, para protestar por los incidentes en los liceos. Como en otras ocasiones, la presencia policial excesiva puso de relieve el lado oscuro de unas autoridades que aún no parecen acostumbrarse a que las nuevas generaciones de chilenos ya no prefieren el orden a la libertad.