Paysandú, Jueves 29 de Septiembre de 2011
Opinion | 28 Sep La ciudad de Tacuarembó fue escenario el lunes de una manifestación en reclamo de soluciones para la situación de los trabajadores de las industrias madereras de esa zona forestal, desde que los empresarios han anunciado que a partir del 1º de octubre 300 empleados de la multinacional Weyerhauser pasarán al Seguro por Desempleo como consecuencia de la falta de demanda para su producción.
Precisamente el grueso del volumen de tableros y contrachapados que fabrican las empresas radicadas en Tacuarembó está destinado a países europeos, cuya demanda ha caído significativamente en los últimos meses –ya se manifestó a partir de la crisis en 2008— al mismo tiempo que han caído los precios, y aunque con menor intensidad, también se verifica una caída en el valor de la celulosa en los mercados internacionales.
Estamos por lo tanto ante una coyuntura internacional adversa que afecta proyectos de largo plazo, lo que implica que la situación forma parte de los altibajos que suelen darse en toda iniciativa que va mucho más allá del horizonte cercano, porque apunta a nutrirse de las condiciones permanentes y tendencias a largo plazo.
Ello no quita que los sinsabores del presente y aún de lo inmediato resulten traumáticos para los directamente afectados, en este caso los más de trescientos trabajadores y sus familias de Tacuarembó, así como la infraestructura de apoyo, con cientos de empleos indirectos, además de la afectación económica de empresas que tienen materia prima accesible pero se han quedado temporalmente sin mercados.
Ocurre que en este mundo globalizado e interconectado estamos ante una depresión significativa en la demanda de los países desarrollados, tanto en Estados Unidos como en Europa, a los que abastecemos de materias primas y productos semiterminados e incluso con algún grado de proceso, como la celulosa y el aserrío en lo que refiere a la madera, con un mercado interno local que no puede absorber siquiera un porcentaje muy menor de lo que producimos.
El ingeniero Edgardo Cardozo, gerente de la Sociedad de Productores Forestales (SPF) aseguró que la crisis económica que afecta principalmente a Europa hizo bajar la demanda de productos forestales de nuestro país, e incluso los compradores están renegociando precios de las operaciones ya acordadas y se están dilatando nuevas compras.
Es decir que el sector, como nuestro país, es tomador de situaciones que se dan a miles de kilómetros, tanto favorables como adversas, y según da cuenta Cardozo a La República, ya en la crisis internacional de 2008 fue uno de los más afectados, al punto que en algunos productos “aún está lejos de recuperarse”, con el panorama más difícil en el área de los tableros contrachapados. Es así que las exportaciones de este producto en 2008 sumaron 47 millones de dólares y han ido cayendo hasta llegar a los 40 el año pasado, al sufrir de modo importante la crisis de la construcción en Estados Unidos, que ya se perfilaba en 2007, y si bien hasta setiembre de 2008 países como México y Gran Bretaña sostuvieron la demanda, este nicho decayó pese a la ligera recuperación de 2010, pero sin llegar a igualar el nivel previo a 2008.
Las empresas de exportación de este sector, ante la incertidumbre, han virado su estrategia de producción, bajando costos e intentando mejorar su competitividad, pero según el gerente de SPF “van de tropezón en tropezón”, desde que el panorama tampoco es mucho mejor en el área de la madera aserrada, que igualmente ha sido menos afectada que las anteriores.
El destino de esta madera es fundamentalmente el mercado europeo, tras los problemas en Estados Unidos, pero indudablemente no toda la madera sirve para este fin, sino que se necesitan árboles de tamaño considerable, es decir de entre 18 y 20 años, por lo que el inversor debe mientras tanto hacer inversiones importantes como raleos y podas estratégicas, que son costos adicionales del bosque mientras la demanda ha caído de modo drástico, según el empresario.
A la vez el precio de la celulosa ha caído a la mitad respecto a 2008, situándose actualmente en poco más de 300 dólares la tonelada, pese a lo cual la planta de UPM ha seguido trabajando a pleno, pero con la novedad de que ello se ha hecho a costa del cierre de fábricas de esta empresa en otros países, sobre todo en Europa, con el objetivo de reducir la oferta.
Este escenario complejo, delicado, con precios que siguen precipitándose y a los que no se les ve el piso, no puede dejar de preocupar pese a que se coincide en que estamos ante un coyuntura y no un problema estructural, por cuanto más allá del pronóstico positivo a largo plazo, y al hecho de que las inversiones están y seguirán volcándose en esta apuesta productiva, en el ínterin las consecuencias socioeconómicas y en las empresas se hacen sentir.
Estas consideraciones, muy parciales dentro de una problemática muy vasta, es indicativa de que no todo son rosas para los emprendimientos de riesgo, del sector de que se trate.
Y en el caso de la madera, la incertidumbre de hoy no invalida la vigencia de una apuesta que es la de todo el país, no solo de los empresarios, como factor generador de inversión y de polos de desarrollo en el interior profundo, por lo que es de esperar que esta coyuntura pueda superarse lo antes posible.
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