Paysandú, Viernes 30 de Septiembre de 2011
Opinion | 29 Sep De acuerdo a lo anunciado por voceros del gobierno, a través de gestiones directas de país a país –también por relación especial entre presidentes— se ha logrado que Brasil deje sin efecto la suba de 30 puntos porcentuales que afectaba las exportaciones de tres armadoras de autos de nuestro país.
Tras una serie de reuniones que mantuvieron las autoridades uruguayas encabezadas por el subsecretario de Economía, Luis Porto, con sus pares de Brasil, llegó el humo blanco para que las armadoras de automóviles locales Chery, Effa y Nordex sean excluidas del incremento de 30 puntos porcentuales del Impuesto sobre los Productos Industrializados (IPI) --actualmente es un 7%-- que aplicó el vecino país para proteger a su industria.
Ante esta “concesión”, Uruguay aceptó discutir aumentos consensuados en el arancel externo común sobre hasta 100 códigos de la nomenclatura, lo que deja planteado a la vez condicionamientos de una envergadura nada despreciable, pero que habría sido incorporado por constituir un mal menor respecto a la gravedad de la medida inicial de nuestros vecinos.
“Dimos nuestro punto de vista tal cual fue definido por el presidente (José Mujica) y el gabinete. Le manifestamos que comprendíamos la situación internacional por la cual pasa Brasil que justifica la adopción de esta medida, pero que esa situación también nos afecta a nosotros y por eso creíamos conveniente trabajar en forma conjunta”, explicó Porto al diario capitalino El País.
El jerarca consideró que el sector automotriz uruguayo no puede llegar a causar por su volumen un impacto en la industria brasileña “y al no verse beneficiado por el impuesto, sí iba a verse afectado”, agregó.
En un comunicado conjunto que divulgaron ambas naciones, se establece que Brasil se “compromete en el plazo más breve posible a que las empresas automotrices uruguayas se vean beneficiadas de la reducción del IPI (Impuesto sobre Productos Industrializados)”, y según Porto, “ellos nos comunicaron que en aproximadamente quince días estaría la medida”.
Por cierto, la decisión unilateral de establecer este impuesto no ha sido una novedad en la política brasileña –ciertamente tampoco en la del otro gran socio del Mercosur, Argentina-- ni nada que se le parezca, aunque sí debemos rescatar que esta vez la medida proteccionista de nuestros vecinos del Norte no fue adoptada para perjudicar a Uruguay ni nada que se parezca, sino que el gigante norteño está estableciendo barreras para impedir el ingreso masivo de productos de la industria china y asiática en general, y caímos nosotros en la volteada.
Por supuesto, nuestra producción de armado de automóviles –de hecho no son propiamente “fábricas”--, con agregado de contenido nacional, no da para preocupar a la producción brasileña, teniendo en cuenta la abismal diferencia de escala entre las economías de ambos países, pero igualmente se necesitó una negociación de gobierno a gobierno, sin pasar por la orgánica del Mercosur, para en el mejor de los casos resolver en el plazo mencionado este diferendo, que ya ha generado además el pasaje al Seguro por Desempleo de cientos de trabajadores de las industrias afectadas y que seguirán en esta situación hasta tanto se superen los inconvenientes.
De todas formas, con o sin solución bilateral, queda de relieve una vez más que dependemos de la “buena voluntad” de nuestros vecinos en caso de que se susciten estos diferendos por decisión unilateral, en clara violación de la primera a la última cláusula del Mercosur, y que en caso de apelar a los órganos del bloque encargados de dirimir las diferencias, hubiéramos tenido que esperar meses y hasta años para que no se resuelva nada, al fin de cuentas. Quiere decir que se nos plantearían durante todo ese tiempo situaciones de hecho, que ya han frustrado una y otra vez negocios. Y en el caso concreto de la industria automotriz, pese a que se ha solucionado el problema –crucemos los dedos— ha quedado el mensaje para los inversores de que las condiciones de mercado intra Mercosur siempre estarán sujetas a la voluntad y estado de ánimo de los socios mayores, lo que por cierto no es el mejor clima de negocios ni marco de seguridad para decidir inversiones. Por todo esto, es claro que una vez más, por encima de lo episódico, salimos perdiendo como país dependiente y vulnerable, y además condicionados al bloque. Y si no que lo digan los empresarios de Effa, que están condicionados al resultado de la investigación que realiza Brasil, por cuanto desde junio hasta setiembre la armadora local estuvo tres meses sin exportar porque ese país inició una investigación al dudar del componente de origen del 35% regional que deben contener como mínimo los vehículos Lifan que exporta esa armadora.
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