Opinion | 07 Oct La Intendencia de Paysandú hizo un llamado a interesados para la compra de bienes que la Administración ya no utiliza, mediante el sistema de oferta sin base, pasándose posteriormente a una etapa de estudio y adjudicación.
La idea es buena en la medida que antes que esos bienes queden totalmente inservibles y deteriorados, lo mejor es venderlos, con lo que además se cumple lo que indica el Tocaf, que determina que los bienes que los organismos públicos no utilicen, deben transferirlos, venderlos, subastarlos o donarlos.
No obstante, la ejecución es bastante imperfecta. Por un lado, el mejor sistema se ha dejado de lado, es decir la subasta pública, la mejor manera que cualquier persona pudiera, por ejemplo, comprar una computadora (aunque antigua) para uso en su hogar, por muy poco dinero. La oferta cerrada, en cambio, exige tener un claro conocimiento del valor de los bienes en el mercado. La ventaja entonces, es para quienes habitualmente participan de negocios de compra y venta.
Por otro lado, para poder ofertar, hay que adquirir el respectivo pliego de la Oficina de Compras que tiene un precio de 300 pesos, muy elevado para quien sin ser un revendedor se proponga simplemente comprar un lote para uso personal.
La venta de los bienes en desuso no van a solucionar obviamente esos problemas financieros y esa no es tampoco la idea. Pero desnuda una realidad: la falta de recursos. Porque el no hacer una subasta deja en claro que se quieren evitar las erogaciones que ello implica, entre ellas el porcentaje para el o los rematadores públicos. Y el costo exagerado del pliego, por otra parte, facilita que acopiadores y revendedores accedan a los bienes y al mismo tiempo dificulta que el ciudadano común los pueda comprar.