Opinion | 08 Oct Mientras aparentemente ha sido solucionado el diferendo planteado por las restricciones brasileñas a la importación de vehículos armados en nuestro país, de acuerdo a lo informado por voceros del equipo económico de gobierno, ha surgido otro problema en el ámbito del Mercosur, también generado por trabas de importación impuestas por nuestros vecinos brasileños.
En este caso industriales de nuestro país han denunciado que se presentan dificultades para exportar textiles a la nación brasileña, pese a los acuerdos vigentes en el Mercosur, y ya esta medida ha determinado la reducción de personal en al menos siete empresas.
De acuerdo a lo manifestado por el vicepresidente de la Cámara de Industrias, Gabriel Murara, “Brasil está con licencias no automáticas a las importaciones, está demorando y además ha trancado a algunos camiones en la frontera”, y esta situación ha derivado en que unos trescientos trabajadores del sector han sido despedidos o enviados al Seguro por Desempleo.
Estas medidas abiertamente proteccionistas, a veces disfrazadas de problemas burocráticos y en otras aduciendo presuntas violaciones a los acuerdos del bloque, forman parte ya del folclore del acuerdo regional, que como en la conocida canción va “un pasito para adelante y otro para atrás”.
En el caso de Uruguay, varias empresas que han apostado a este mercado como forma de sostenerse en actividad ante una rentabilidad muy comprometida por los altos costos internos, se ven afectadas por una “investigación” brasileña sobre supuestas violaciones al acuerdo regional, lo que parece una broma cuando proviene de quienes tuercen a su gusto las reglas acordadas por los cuatro socios del bloque comercial.
Y lo que para los brasileños es apenas una migaja, suele ser asunto de vida o muerte para las empresas instaladas en nuestro país, como ocurriera precisamente en la crisis de 1999 por la maxidevaluación del real, cuando decenas de emprendimientos desaparecieron al resultar inaccesible el vecino mercado por los altos costos de nuestros productos como consecuencia de esta medida monetaria.
Hoy no es la devaluación, pero un día sí y otro también se suscitan estas trabas proteccionistas, que afectan a empresarios y trabajadores.