Paysandú, Martes 11 de Octubre de 2011

Costos internos que condicionan crecimiento

Opinion | 11 Oct En pocos años, al mismo tiempo que se ha incrementado sensiblemente el volumen de producción, han surgido las primeras “depuraciones” en el tejido productivo de los arándanos o blueberries, una fruta que puede catalogarse de exótica para nuestras latitudes pero que se produce con ventajas comparativas en nuestro país, sobre todo en la zona litoral al norte del río Negro, así como en Argentina y Chile, para su exportación al Hemisferio Norte.
Por esta baya se pagan muy buenos precios en contraestación, es decir cuando falta la fruta que se cosecha en Europa, Estados Unidos y Asia, lo que explica las inversiones que se han concretado en los últimos años en el sector. Los primeros emprendimientos exploratorios se habían volcado fundamentalmente en el sur del país, en el área costera, aprovechando la cultura frutícola de esa zona y la cercanía además de servicios y ventajas logísticas, como la terminal aérea para sacar la fruta por avión a los mercados de consumo.
Pero estamos en un mundo cambiante, donde los escenarios mutan y donde hay vasos comunicantes que hacen que todo se transmita rápidamente, para bien y para mal, y es así que la idea de producir en contraestación, en este como en otros frutos, se ha diseminado y hay miles de hectáreas de arándanos en Argentina y Chile, lo que a la vez no sería problema –salvo mayor competencia—si no fuera porque en ambos países se trabaja con menores costos de producción.
Ello indica que para determinado precio –los compradores son los que los fijan en base a la oferta y la demanda— la rentabilidad crece a medida que bajan los costos internos de producción, lo que indica que los productores de los países vecinos están en mejores condiciones que nosotros a la hora de las cuentas y cuando se traduce a moneda local lo que perciben por las ventas al exterior.
En el Uruguay han crecido sustancialmente los costos en dólares, tanto en insumos corrientes como en salarios en una cosecha que demanda intensa mano de obra, y ello determina que se necesita mayor volumen de fruta para afrontar determinados costos fijos, u obtener mayores precios por el mismo volumen.
El negocio de exportar en contraestación sigue siendo favorable, por supuesto, pero no para todos, y tenemos que el grueso de la producción de arándanos se ha trasladado al norte del río Negro en pocos años, por lo que Paysandú y Salto están concentrando el 80 por ciento de la producción de arándanos, cuando en sus inicios casi toda la cosecha se daba en el sur.
Resulta que el norte es mucho más competitivo, tanto por rendimiento como por el tiempo de zafra, desde que se obtiene la cosecha antes que en el sur debido al clima, lo que quiere decir que la fruta puede colocarse en los mercados de destino a mejor valor.
Aún así, con factores a favor como el crecimiento de las plantas, que permite un mayor rendimiento por hectárea y el consecuente aumento de la producción de entre un diez y un quince por ciento respecto al año anterior, los costos internos siguen presentándose como un gran obstáculo para el desarrollo del sector. Como bien sostiene el presidente de la Unión de Productores y Exportadores Frutihortícolas del Uruguay (Upefruit), Ing. Agr. Horacio Ozer Ami, “producir un kilo de arándanos en Uruguay es más caro que producirlo en otras regiones como Argentina o Chile”, por lo que reflexionó que “tenemos que ser competitivos como sector, porque algunos países han aumentado la producción sobre nuestros competidores con la incidencia del tipo de cambio y los costos internos”.
Sostuvo en declaraciones a EL TELEGRAFO que las empresas “debemos ir adaptando nuestras eficiencias para ser cada vez más competitivos”, y lamentó que “no hemos tenido eco con medidas concretas en el país, que nos puedan ayudar a paliar el aumento del costo país”.
El “costo país” a que hace referencia refiere básicamente a los impuestos directos e indirectos, así como cargas sociales, que pagamos todos los uruguayos para sostener al Estado.
Y mientras los productores y empresarios de todos los rubros hacen esfuerzos, se reconvierten, se asocian o directamente cesan sus actividades, --como en el caso de los productores de arándanos del sur--, buscando variedades mejor adaptadas, con mejor rendimiento y calidad, paralelamente el Estado se ocupa de exprimir al máximo el sector productivo, en una ecuación donde se corre el riesgo de que en algún momento nos encontremos con que polos productivos que transformaron en su momento la realidad de la campaña con miles de puestos de trabajo, como los arándanos, los cítricos, o la madera, desaparezcan o dejen de ser la fuente de mano de obra que son actualmente.


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