Opinion | 05 Oct No hay dudas que muchas familias argentinas y uruguayas miran “Bailando por un sueño”, es decir “ShowMatch” por canal 13, que llega a Uruguay por los sistemas de cable, por Teledoce y por la Red. Probablemente muchos padres no hubieran querido que sus hijos menores vieran el desnudo total de Cinthia Fernández, al ritmo de la canción “Beautiful liar” de la cantante Beyonce. Pero en televisión abierta, eso llegó a millones de hogares, lo mismo que en sus reproducciones en televisión por cable y circula libremente por Internet.
Una vez más (el año pasado había ocurrido con Silvina Escudero) el programa de Marcelo Tinelli no hace caso de la legislación vigente en su país y no tiene problemas en emitir desnudos integrales, más allá que luego pidiera a las cámaras que no enfocaran la escena.
El horario de protección al menor es una cosa, conviene aclarar, pero no quiere decir que terminado este se pueda emitir cualquier contenido por la televisión abierta. En ninguna parte del mundo. Las normas de protección integral de los derechos de las niñas y niños y adolescentes no tienen horarios y menos en caso de un canal general, libre y gratuito. Hay incluso tratados internacionales de protección de menores y de las mujeres.
Por otro lado, queda claro que la falta de ideas creativas en buena parte de la televisión porteña lleva a estos excesos, a estos despropósitos, alentados a los gritos por una Moria Casan devenida en jurado que solo pide desnudos, como si el baile se tratara de eso; y aprobados por Tinelli más que explícitamente.
Pero, no puede ocultarse, es todo lo que precisamente hace muy exitoso al envío original de canal 13. Eso podría indicar que en verdad el público también clama por desnudos y más desnudos, igual que Casan. Pero también que “es lo que hay” para ver, que es el programa que aparece omnipresente en muchos otros programas y que por tanto forma parte de la conversación cotidiana; se ha convertido en un integrante más de hogares y grupos de amigos.
Fuera como fuere, corresponde a los medios de comunicación masiva la responsabilidad por lo que emiten o publican. Ningún medio puede indicar que no conoce las normas que regulan lo que se emite y menos aún suponer que se trata de un acto de censura. Especialmente cuando el desnudo que hoy es centro de polémica no tuvo ninguna necesidad expresiva artística.
Por supuesto, la resistencia del televidente de cambiar de canal es válida, pero eso no quita al canal, la productora y el programa en sí mismo la responsabilidad. Una dura sanción (especialmente teniendo el antecedente del año pasado) se hace necesaria. Porque la televisión pública (abierta) es simplemente eso, un medio sin exclusiones.