Paysandú, Lunes 17 de Octubre de 2011
Opinion | 12 Oct Los bajos niveles de desempleo en el Uruguay, situados ya en niveles históricos, del orden del cinco por ciento a nivel nacional, --aunque hay lugares del Interior, como Paysandú, donde el porcentaje se duplica--, no pueden hacernos soslayar que hay materias pendientes vinculadas con este escenario, que refieren a mejorar la calidad del empleo, abatir el alto porcentaje de precariedad y por ende tener una sustentabilidad que más o menos nos ponga a cubierto de un panorama mucho más negativo cuando la situación internacional no nos sea tan favorable.
Ello determina que estemos ante desafíos diferentes a los de hasta hace pocos años, porque nos encontramos ya ante el “núcleo duro” del desempleo y por lo tanto resultará cada vez más difícil de reducir, y debe apuntarse a mejorar la calidad y la distribución, tanto en las condiciones de trabajo como en remuneraciones y estabilidad.
Debemos tener presente además que estos guarismos de desempleo son relativos, porque también se considera “empleadas” a personas que tienen trabajos ocasionales, de muy baja calidad y duración, y además se da por desempleado solo a quien ha buscado empleo recientemente.
Paralelamente, requerimientos de mano de obra para megaemprendimientos como el de UPM- Botnia, y seguramente el que también comprenderá la construcción de la planta de celulosa de Montes del Plata, han puesto de relieve que no existe una oferta suficiente, tanto en cantidad pero sobre todo en calidad, de personal capacitado para una serie de tareas técnicas, al punto que en muchos casos ha debido contratarse personal especializado en el extranjero por las empresas inversoras.
Ello plantea que existen evidentemente problemas de educación y capacitación de mano de obra calificada, y este es precisamente un déficit que queda al desnudo en estos casos como en el de otras demandas de mano de obra que no son atendidas satisfactoriamente en el mercado laboral debido a un notorio desfasaje en formación.
Ello responde a una serie de factores, pero fundamentalmente por serios problemas en nuestra enseñanza, que se vienen manifestando desde hace varios años pero que se han agravado en la última década, y lo que es peor, sin que se perciba ningún signo de reversión.
Estamos ante un escenario que muestra una tendencia de deterioro sistemático, en sintonía con el cambio de valores que se ha dado en nuestra sociedad, que se origina ya desde el núcleo familiar y que determina que se busque acceso fácil a bienes y poder en la vida, sin reparar en instrumentos como el estudio y el esfuerzo sostenido por alcanzar los objetivos.
Expertos en mercado laboral consideran que los niveles de formación que brinda el sistema educativo son una condición limitante para resolver la dificultad de encontrar personal para cubrir los puestos demandados, porque la educación está demasiado desconectada del mundo del trabajo, con déficit marcado en eficacia y eficiencia, sin la actualización necesaria para adaptarse al mundo laboral en que vivimos.
Esta es lamentablemente una particularidad del Uruguay, porque una mayoría de países por lo menos ya ha iniciado un proceso de adaptación a efectos de suplir estos requerimientos, mientras nuestra educación sigue embarcada en programas obsoletos, en el mundo de las generalidades y encima con escaso rendimiento de los estudiantes.A ello deben agregarse altos niveles de deserción, la pérdida de valores en los jóvenes y una falta de motivación consecuencia de este escenario y de los hábitos adquiridos, además de la flagrante desconexión de muchos cursos de formación técnica respecto a requisitos y programas para integrarse al esquema laboral. Para ello es imprescindible un estrecho contacto con las empresas a efectos de determinar en qué se basa la mayor demanda de empleo calificado.
Hoy no es suficiente terminar secundaria para insertarse en el mercado laboral, porque se sale solo con un conocimiento básico e insuficiente para acceder a cargos de nivel medio-bajo, y sigue manifestándose el desfasaje ente la oferta y la demanda, porque por otra parte tampoco hay formación adecuada en mano de obra calificada en una diversidad de áreas, lo que da la pauta de la magnitud del problema y sobre todo de las consecuencias de este déficit, si desde ya no se ponen manos a la obra para promover respuestas a un desafío eternamente postergado.
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