Locales | 16 Oct La página web elcastellano.org fue la primera dedicada al idioma español en Internet. Su creación data de 1996, cuando ni la Real Academia Española (RAE) ni el Instituto Cervantes tenían sus propios sitios. Su responsable es el periodista e investigador Ricardo Soca, autor de tres libros de etimología. La página recibe unas 12.000 visitas diarias, y más de 2.000 usuarios se han suscripto a su boletín “La palabra del día”, que se envía por correo electrónico cada dos días.
Como es común en este tipo de páginas, las referencias a la RAE son constantes. Un lazo que unía directamente a Soca con la institución era su recopilación de los llamados “avances”, modificaciones que la RAE anuncia que hará sobre la definición de determinada palabra en la próxima edición del diccionario. El usuario puede dar con alguno de estos avances si casualmente busca una palabra que pertenezca al conjunto de las que serán modificadas, pero no se le da la posibilidad de ver una lista completa de las definiciones que se cambiarán. Soca las recopiló por medio de un software, desde la página oficial de la Academia, y ofreció el conjunto en su sitio, comparando la definición futura con la actual, sin imaginar que podía estar cometiendo una falta legal.
Hace pocos días, el periodista recibió una intimación a quitar los enlaces que desde su página dirigían al sitio de la RAE. La advertencia le llegó por correo electrónico y sin firma, aunque decía provenir del grupo editorial Planeta y de la RAE. Tras algunas averiguaciones, confirmó que había sido enviado desde el departamento jurídico de Planeta en Barcelona. El correo no advertía únicamente sobre el contenido antes mencionado, sino sobre cualquier tipo de “competencia desleal”, además de prohibir “la introducción de enlaces que faciliten el acceso directo a cualquiera de los contenidos de los sitios web de la RAE, salvo en el caso de que se utilicen los procedimientos que la entidad implemente para ello (…)” La sugerencia incluía cumplir el ultimátum en el plazo de tres días.
Polémica internacional
Si bien ha sido puesto en duda el poder legal de Planeta o la RAE sobre un contenido publicado en territorio uruguayo, tras una serie de averiguaciones Soca prefirió sacar de circulación los contenidos cuestionados, “para evitar problemas y para poner en evidencia la forma en que actúan”, según dijo al portal 180.com.uy.
La situación dio lugar a un debate sobre la disponibilidad de contenidos en la web, con numerosas muestras de apoyo a Soca y su página. Todas las instancias del caso --incluyendo la conversación telefónica que Soca mantuvo con Planeta-- pueden verse online en elcastellano.org, donde también se promueve la petición que “la lengua es de todos, no de las corporaciones”. En la página, Soca opinó que “el papel de las instituciones académicas, sobre todo de aquellas que son financiadas en todo o en parte por el dinero de los contribuyentes, es generar y transmitir conocimientos, devolviendo a la sociedad el fruto de sus investigaciones con la máxima divulgación posible. Que las empresas privadas comercialicen material cultural para obtener ganancias no está mal, forma parte de su papel en nuestra organización social, pero las instituciones académicas no deberían involucrarse en la búsqueda de lucro”. Su opinión obtuvo el respaldo de otros estudiosos de la lengua. Ante la polémica internacional causada por la situación, la RAE anunció que carece de fundamento afirmar que se impida el acceso y el enlace gratuitos con sus obras en línea, “que estarán siempre a disposición de los hispanohablantes de todo el mundo y gratuitamente como hasta ahora. Lo que la RAE y las editoriales con las que trabajan las academias no pueden permitir, como titulares de los derechos de autor de las obras, es una utilización interesada de estos recursos”.
Según Soca, no sería el caso de su página. Aunque Google incrusta en la misma avisos en castellano, lo que recibe por los mismos (10 centavos de dólar cada diez clics), resulta insuficiente para cubrir el costo del servidor que alquila en Estados Unidos (U$S 180) y lo que debe pagar a un web master para mantener la página (U$S 150). La discusión continúa.