Paysandú, Lunes 24 de Octubre de 2011
Opinion | 22 Oct Lamentablemente, a nivel juvenil es cada vez más precoz la adopción de hábitos y adicciones a drogas “sociales” que, pese a ser aceptadas, distan de ser inocuas, aunque no se trate de sustancias alucinógenas o narcóticos “fuertes” como la pasta base o la cocaína, entre otras.
Puede decirse sin temor a equívocos que lo que hasta hace unos veinte años comenzaba a los trece o catorce años, como es el caso de la ingesta de alcohol, hoy se da a partir de los nueve o diez, en no pocos casos, lo que debe llamarnos a reflexión sobre la entidad del problema, que hace que individuos que deberían estar en su plenitud, en la edad madura resulten adictos irrecuperables y con serias consecuencias socioeconómicas. El sicólogo Miguel Carbajal, estudioso del tema, señaló a radio El Espectador que el consumo abusivo de alcohol entre los adolescentes es propio de la cultura juvenil de nuestros días y tiene serias consecuencias en la formación del cerebro y a nivel de la memoria.
Precisamente el alcohol es la droga más consumida por los estudiantes liceales, en tanto más de la mitad son consumidores habituales y peor aún, de acuerdo a lo indicado en la Cuarta Encuesta Nacional sobre consumo de drogas en la Enseñanza Media, uno de cada tres liceales tuvo una borrachera en los últimos quince días.
Subrayó el profesional que el consumo sistemático de alcohol por los adolescentes tiene efectos en el desarrollo del cerebro, tanto en la memoria como en las capacidades intelectuales, con el agregado de que, contrariamente a lo que ocurría hasta hace unos años, los porcentajes de varones y mujeres que beben son similares, y a igual volumen de alcohol, el efecto sobre las mujeres es más grave. Por supuesto, no es un escenario que se dé solo en Uruguay, sino que se con pocos matices se manifiesta a nivel global en todo occidente, lo que nos habla de patrones de conducta que responden a determinados valores y costumbres que se han extendido significativamente.
Y ante costumbres que resultan abiertamente perjudiciales para los jóvenes de hoy y los adultos de mañana, corresponde poner énfasis en la educación, tanto en el hogar como en las aulas, aunque no resulte fácil influir sobre modos de actuar en la sociedad, con alto contagio en mentes proclives a imitar y adoptar como propios ejemplos de conducta, sin pensar en las consecuencias.
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