Paysandú, Miércoles 02 de Noviembre de 2011
Locales | 30 Oct Adiós, adiós
Paysandú querido...
El dilatado espacio de tiempo que he empleado en responder al artículo aparecido en EL TELEGRAFO del día 13-09-2010 con el título “El Museo Blanco Fadol fue definido como gran problema”, expresado por la Directora de Museos, obedece a dos causas: la primera por haberme sorprendido la noticia realizando una gira importante por EE.UU. y México, invitado por universidades y museos donde recibí numerosos reconocimientos a mi obra junto con 8 diplomas acreditativos como es de público conocimiento ya que EL TELEGRAFO se ha hecho eco de ello. La segunda es porque estaba esperando y aún lo hago después de un año, una carta de la Intendencia de Paysandú que me informara del supuesto cambio de actitud, con relación al Museo de la Música Étnica que iba a instalarse en la Casa del espíritu de Paysandú, propuesta iniciada por la anterior Intendencia del Frente Amplio. No he recibido ninguna notificación oficial, ni explicación alguna de tal cambio, una actitud insólita cuando existe en trámite un proyecto de esa envergadura, y donde la Unesco se ha involucrado económicamente. En caso de realizarse algún cambio de posturas en los proyectos iniciados con la anterior administración, es probable que la Intendencia tenga que afrontar las sanciones que podrían provenir de este organismo internacional (hecho que en todos los casos jamás desearía que sucediera), si se desviara el destino del dinero para el que fue concebido.
Sin embargo he recibido algunos correos de brevísimas líneas de la señora Directora de Museos informándome de que pensaban trasladar el proyecto del Museo de la Música Étnica al cine Astor previo acondicionamiento; luego otra informándome de que el señor Eugenio Schneider estaba interesado en instalar de forma privada el Museo en Casablanca, donde me insinuaba que podía ser una buena oportunidad; y la última, instándome a que defina mi postura, dándome un ultimátum de un plazo de 10 días de si quiero instalarlo en la Casa del espíritu de Paysandú (?!).
Lógicamente no contesté a ningún correo, no por descortesía sino porque no tenía argumento alguno para ello, porque no recibí información de ningún cambio ni propuesta concreta alguna, que era lo que impacientemente llevo más de un año esperando. Por lo tanto no quería hacer conjeturas de lo que pensaban hacer hasta recibir una explicación oficial de la Intendencia, explicación que nunca llegó. Además no veía coherencia alguna en los cambios bruscos de criterio (cine Astor, Casablanca, otra vez a la Casa del Espíritu de Paysandú).
Con relación al ultimátum de 10 días señora Directora de Museos, le recuerdo que hace más de 25 años que vengo ofreciendo mi obra a Paysandú, ¡ah! he dicho “ofreciendo”, “donando”, “regalando” o como quiera llamarlo, ya que me he enterado recientemente que circulaba la noticia que mi intención era “vender” mi obra a Paysandú. Por lo tanto no me amenace con la mezquindad de 10 días, cuando hay detrás una vida entera luchando por darle a Paysandú una parte representativa de mi obra.
Puedo asegurar que si fuera una persona con otras ambiciones terrenales, y un culto al dinero tan acentuado como existe en nuestra sociedad, donde predomina el valor económico al cultural, hubiera vendido mi obra muchas veces por el requerimiento de poderosas instituciones culturales internacionales muy interesadas en la misma, ya que como es de público conocimiento se trata de una colección única. Francamente no estoy acostumbrado a esa falta de ética y de respeto, hecho que se acentúa y duele cuando proviene de mi querida tierra.
Sin embargo estoy más que convencido que tanto la Directora de Museos como el nuevo Intendente no han tenido malas intenciones para con mi obra y mi persona, pero sí un desconocimiento total del proyecto que fue concebido para que el museo abarque todas las instalaciones de la Casa del espíritu de Paysandú, como puede verse en los proyectos y planos arquitectónicos de la Intendencia, que se realizarían en diferentes fases, comenzando por el ala izquierda de la casona. o sea que no existiría “un museo dentro de otro” como equivocadamente manifestaba la Directora.
El lugar era idóneo ya que la afluencia de colegios sería notable, manteniendo la misma tendencia que el Museo de la Música de España y llenaría el centro de Paysandú de color y música ya que alumnos y público en general terminarían el recorrido de la visita tocando todos juntos en el patio central instrumentos especiales traídos del sureste asiático donde no es necesario conocer música para interpretar perfectamente melodías, como puede verse en este video del Museo de la Música Étnica de España: http://www.youtube.com/watch?v=uRt76d1svIo .
O sea que la idea de instalar el museo en dicho espacio obedecía principalmente a la situación estratégica del edificio. Claro que la pregunta es ¿y el Museo Histórico? ¿Alguien puede imaginar de quitar un museo con la historia de nuestra tierra para poner otro? Sería una verdadera locura y jamás me hubiera prestado a ello. Sin embargo, las características de las salas de dicha casa no reúnen un espacio museográfico adecuado por el volumen de las piezas del museo histórico, como muebles, armarios, sillones, que le dan un aspecto más de casa de remate que de museo, por lo que la intención era de trasladarlo a un edificio adecuado acondicionado para tal fin, mediante las subvenciones que teníamos dispuestas de organizaciones europeas y fundaciones americanas, al margen de la Unesco, que por las leyes de mecenazgo se benefician de estas donaciones, hecho que yo había sugerido en algún reportaje del El TelEgrafo, esperando el momento oportuno de anunciarlo abiertamente.
En una palabra, en lugar de construir un edificio para el museo de la Música, se pensaba crear un espacio adecuado y nuevo para el museo histórico y dejar en el Centro de Paysandú un espacio de cultura viva, del cuál también tenía conocimiento el Intendente de Colón que se mostró muy entusiasmado con el hecho de traer a colegios del otro lado del río, situando así a Paysandú en un foco cultural relevante en la región.
Imagino que la Directora y el Intendente dirán que ellos están de acuerdo con el Museo de la Música, solo buscaban otro espacio más grande, proponiendo el cine Astor, dejando otra vez abierta una interrogante de la que llevo pendiente 25 años! Lamentablemente no soy eterno como para seguir en esa misma rueda, y me gustaría conocer la opinión al respecto del pueblo de Paysandú, en realidad a quien iba dedicada la donación de mi museo, a mi pueblo llano y cariñoso (caminantefadol@telefonica.net). Luego llegó la Ministra Simón con el tópico característico uruguayo de “no hay plata” para acondicionar el cine Astor e instalar ahí el Museo de la Música Étnica… Si me hubiera aferrado a esas actitudes, todavía estaría en Paysandú al no animarme a lanzarme al mundo con una guitarra y 10 dólares, como lo hice.
No todo es “plata” señora Ministra, es la voluntad y el espíritu de lucha, y usted que conoce perfectamente el alcance de mi obra, ya que su Ministerio de Cultura me postuló a la Candidatura de los Premios Príncipe de Asturias, del cuál quedé finalista. Debería medir ciertas actitudes, ya que se trata de un hijo de esta tierra reconocido internacionalmente que no vende nada a Paysandú, que no busca “la plata”, sino por el contrario ofrece una donación de instrumentos musicales que van del siglo III antes de Cristo hasta el siglo pasado, con una fundación constituida que una vez completada en todas las fases se elevaría a casi 4 millones de euros (no me gusta definir la cultura con el dinero, pero ahí lo entienden mejor, www.museomusicaetnica.com). Lamento manifestar que si hubiera recibido del Uruguay el apoyo y reconocimiento que me han brindado otros países, no sentiría esta sensación de vacío, solo por querer servir a mi pueblo, por esa ingenua y ahora ridícula intención de que me quieran y aportar a la cultura de mi país. Me queda, eso sí, la satisfacción de haber hermanado a Paysandú con la ciudad de Hellín en España y de haberlo intentado también, hace años con Valencia.
El proyecto de creación de un Museo de la Música en Paysandú ha llegado a su fin, acentuado además por la cruda crisis económica mundial que nos aqueja. Me ha costado muchos años de desvelo, miles de euros, continuos viajes a la Unesco en París para conseguir subvenciones, para dejar mi obra a mi pueblo, pero especialmente la cantidad de tiempo que le he dedicado infructuosamente a este proyecto, dejando al margen mis actividades cotidianas en España. Por eso ya no acepto propuestas de políticos (uno nunca sabe lo que hará el político que viene, no tengo garantías) y Paysandú quedará libre de mis pretensiones utópicas de regalarles mi obra.
Y me voy sin rencor, triste sí, porque mi pueblo no conocerá el alcance de mi obra; desilusionado también, aunque creo que no han existido malas intenciones por ninguna parte, tan solo desconocimiento, que no es una intención, en todo caso sentiría dolor por la ignorancia.
Solo me resta agradecer infinitamente a quienes siempre han creído en mí obra, comenzando por EL TELEGRAFO y sus periodistas que desde hace 42 años vienen “cinchando los bueyes conmigo”, al pueblo querido de Paysandú que siempre ha estado a mi lado y se volcó en firmas para apoyar mi última candidatura a los Premios Príncipe de Asturias, un recuerdo a mi río, a mis atardeceres y a mi chacra que al final no compré y que ya no haré, (ya no hago click en la computadora en la sección clasificados de EL TELEGRAFO), donde pensaba descansar mi vejez de la ardua vida que me ha tocado vivir.
Carlos Blanco Fadol
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