Opinion | 05 Nov El gobierno argentino anunció que analizará con lupa los pedidos de los ciudadanos que deseen comprar dólares, con la intención de evitar la constante sangría de divisas y consecuente pérdida de reservas que significa que nuestros vecinos se estén refugiando masivamente en la moneda norteamericana, que allá tiene valor fijo preestablecido por el equipo económico.
La intención es muy sencilla, pues se trata simplemente de que ya existía la firme percepción de que el peso argentino está sobrevaluado, y este “corralito” lo confirma. Es que sufren una inflación galopante, mucho mayor a la “oficial”, y un déficit fiscal in crescendo, a lo que se agrega la necesidad ya anunciada de dejar de lado los subsidios que están falseando la economía.
La prohibición, como está harto demostrado, determina que se cree en forma inmediata un mercado negro para conseguir dólares, que en los hechos ya ha originado que se consagrara una devaluación de facto, desde que en el mercado negro los dólares que faltan se pueden consiguen a más de cinco pesos, es decir un 25 por ciento más caros, a la vez de obstaculizarse el desenvolvimiento del relacionamiento exterior, incluyendo el turismo.
En este caso, se estima que el mayor perjudicado será Uruguay, aunque ya los operadores, ante la perspectiva de que podría fracasar la próxima temporada, han anunciado que aceptarán pesos argentinos de persistir las dificultades para la compra de dólares en la vecina orilla.
Lo que está bien para salvar su parte, pero no se ha tenido cabalmente en cuenta que una vez munidos de pesos argentinos, los hoteleros y los operadores van a tener que transformarlos de alguna forma a dólares.
Y ahí está el cuello de botella: con una inundación de pesos argentinos en plena temporada, habrá que ver cuál será el valor real de cada moneda en la transacción.
Por lo tanto en el mejor de los casos habrá un fuerte encarecimiento para los turistas argentinos, aún utilizando tarjetas, desde que nadie quiere perder y los operadores necesitarán cubrirse con sobreprecios para cuando llegue la hora de hacerse de otra moneada.