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Paysandú, Miércoles 09 de Noviembre de 2011

Iguales ante la ley

Opinion | 04 Nov Los jueces condenan y envían a prisión a los villanos. No al revés. Por eso, cuando ocurre una excepción, no solamente es noticia sino que pone en tela de juicio a todo el sistema judicial. La sorpresa se apoderó de todos cuando el juez especializado en crimen organizado Jorge Díaz decidió el procesamiento con prisión de la jueza Anabella Damasco, hasta hace pocos días (cuando renunció) integrante del Tribunal de Apelaciones de Primer Turno y presidenta de la Asociación de Magistrados del Uruguay.
Se la encontró culpable de siete delitos de peculado por 55.000 dólares. La jueza se apropió de dinero que estaba en su posesión por razón de su cargo, en causas vinculadas al narcotráfico, prostitución y aborto.
La causa se inició cuando magistrada que quedó a cargo del juzgado que Damasco dejó para pasar al Tribunal, notó que había “cosas raras”. Esa es la clave para decir que el sistema judicial uruguayo no está en crisis. Menos aún se puede decir que la mayoría de sus integrantes tienen algo que se les deba reprochar.
La realidad es que no hubo una denuncia de un particular, no hubo una investigación policial, no hubo una solicitud de investigación del ministerio público. Lo que ocurrió es que una magistrada judicial detectó irregularidades en un expediente y a partir de eso llevó adelante una investigación administrativa. Como se apreció que el problema se agrandaba, puso los hechos en conocimiento del juez competente. Y éste llevó hasta el final la investigación y no dudó en encarcelar a la colega involucrada.
El sistema judicial funcionó de manera aceitada y rápidamente investigó los hechos irregulares que luego se comprobaron eran delictivos.
Más allá de la sorpresa que una jueza estuviera involucrada no una vez, sino varias en apropiación de dinero, lo que realmente debe importar es la reafirmación de la confianza en el Poder Judicial, en sus jueces. No hubo corporativismo, no hubo ocultamiento de lo ocurrido sino que por el contrario se actuó no solamente ajustado a derecho sino especialmente al honor.
Esto ha sido una prueba para el sector judicial y la sociedad toda debe saludar la buena conclusión de este incidente. Como cualquier persona que transgrede la ley, la jueza Damasco terminó en la cárcel. Hoy la sociedad sabe que por sus delitos pagará con cárcel, como lo establece la ley.


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