Opinion | 09 Nov El médico personal de Michael Jackson fue encontrado culpable de homicidio involuntario, al proporcionarle al cantante un cóctel de sedantes que terminó siendo mortal. Conrad Murray había sido contratado con un salario de 150.000 dólares mensuales, jugosa suma por la cual le suministraba al cantante prácticamente todo lo que este deseaba, en especial el peligroso anestésico propofol, que finalmente le provocó un paro cardíaco.
Sin dudas el médico es culpable. Puso por encima de su profesión el rédito económico. Eso se vio reflejado incluso cuando una vez declarada la crisis del cantante en lugar de llamar rápidamente a una emergencia médica trató de resolver el problema por si mismo. Ahora, esposado y encarcelado espera que se le dicte sentencia definitiva que puede mantenerlo en prisión por hasta cuatro años.
Pero la culpabilidad de la muerte no es solamente de Murria: Jackson también fue responsable. Y lo fue porque usó el poder de su fortuna para conseguirse un médico sin escrúpulos y el acceso a medicamentos que de otra manera estarían prohibidos.
Este episodio debe llamar a una reflexión más profunda. Y en ella debemos estar involucrados todos, por encima de nuestras posibilidades económicas.
Porque si bien es cierto que muy pocos de nosotros --si acaso alguno-- podría costearse un servicio médico como el de Michael Jackson, es imprescindible que antes de tomar un simple analgésico consideremos las posibles consecuencias.
Por una falsa necesidad de sentirnos mejor, no dudamos en la auto medicación, uno de los principales problemas al que se enfrenta la sociedad moderna. Pero es el usuario el que debe defender su vida por encima de todo. Un hombre de tanta fortuna como Michael Jackson, de tanta gloria en todo el mundo, no supo controlar ese derecho y se dejó llevar por sus posibilidades, dejando a un costado su propia condición humana.
Que esto al menos nos sirva de lección. Los medicamentos tienen indicaciones y contraindicaciones. Consumirlos siempre es un riesgo. Pero esto debe ser considerado por personas preparadas y éticamente intachables. Nunca la auto medicación es el camino.