Paysandú, Lunes 14 de Noviembre de 2011
Opinion | 12 Nov En los últimos días conmovió al mundo la noticia de que había sido abatido el máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), comandante Alfonso Cano, uno de los históricos líderes de la guerrilla en América Latina, que en sus inicios reprodujo el movimiento revolucionario de Fidel Castro en Cuba y que repicó en grupos radicales de izquierda de varios países latinoamericanos.
Estamos hablando de 1959, cuando fue sustituido el ex dictador Fulgencio Batista por otra dinastía que lleva ya cincuenta años, la que en su momento representó para determinados grupos una esperanza de que prendieran las ideas marxistas de este lado del Atlántico.
En el caso de las FARC, el fracaso del modelo cubano, así como la idea de llevar la “revolución” a toda América, debió hace rato haber motivado la desmovilización y abandono de la vía armada por los sediciosos. Sin embargo éstos en particular han seguido reivindicando sus acciones como un camino al socialismo, en el que por supuesto hace rato que no creen y mal pueden representarlo.
Se trata simplemente de un grupo de delincuentes que medran en el caos, que han mantenido el rótulo de revolución para seguir encarando acciones armadas en la selva y algunas zonas rurales colombianas para hacerse de dinero a través del narcotráfico, y hacer del chantaje y el secuestro un plus de obtención de recursos.
Y aunque ya nadie –o al menos casi nadie—toma en serio el fin “socialista” de las FARC, no es el caso del presidente venezolano Hugo Chávez, quien en su hemiplejia ideológica pretendió que fuera calificado como un ejército insurgente para que no fueran catalogados internacionalmente como terroristas, lo que por supuesto no pudo lograr y salió mal parado y magullado de la intentona de redimir a los guerrilleros de extracción marxista.
Pero el cuarto de hora de los terroristas “románticos” ya parece haber pasado en prácticamente todo el mundo, y por cierto estamos ante un nuevo escenario cuyo común denominador es el rechazo a quienes pretendiendo erigirse en abanderados de causas “justas”, no vacilan en asesinar inocentes y provocar sufrimiento inenarrables a víctimas que son consideradas como “bajas” tolerables por efectos colaterales de las acciones de guerra, algo así como un precio menor que debe pagar la humanidad para ser salvada por los abanderados de la verdad revelada.
La misma suerte que las FARC han llevado grupos armados como el Ejército Republicano Irlandés (IRA), y la banda terrorista ETA en España, los que en su campaña de terror causaron centenares y miles de víctimas. El IRA fue protagonista durante décadas de la lucha urbana contra Gran Bretaña, hasta que hostigado desde la propia Irlanda por una población que consideró que una causa presuntamente justa era en realidad puesta en tela de juicio en todo el mundo, decidió poner fin a la violencia, deponiendo las armas e incorporándose a la actividad política, para que el pueblo decidiera.
La ETA, en España, perpetró por su lado atentados que causaron casi mil muertos en 43 años de acciones terroristas que han sido rechazadas en todo el mundo, pero que insólitamente en Uruguay, en 1994, fue defendida por sectores radicales de izquierda que protagonizaron los trágicos episodios del Hospital Filtro, procurando impedir la extradición de cuatro etarras para que fueran juzgados en España por sus crímenes.
Hoy ya prácticamente nadie dentro de la actual fuerza de gobierno reivindica este intento de obstruir la acción de la justicia, lo que da la idea de que los tiempos han cambiado y que al igual que en todo el mundo, los grupos terroristas, cualquiera sea su ropaje y maquillaje, son considerados en realidad como delincuentes violentos y peligrosos que no vacilan en sacrificar a otros seres humanos para consumar sus designios. Y por supuesto el aislamiento y la cooperación internacional deberían ser los factores que operen como elemento decisivo para que las FARC se desintegren definitivamente, que Al Qaeda y otros grupos fundamentalistas árabes cesen en sus agresiones terroristas y al cabo de pocos años el mundo pueda ser un lugar más seguro.
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