Opinion | 12 Nov Un reciente informe de la Encuesta de Hogares da cuenta de que lejos de reducirse la brecha de ingresos entre los hogares de Montevideo y el Interior, la diferencia se ha incrementado significativamente en el último trimestre móvil, y de las cifras se desprende que un hogar montevideano en promedio tiene un cincuenta por ciento más de ingresos que en el Interior.
Precisamente se da cuenta por este organismo que actualmente en Montevideo el ingreso familiar promedio es de unos 38.000 pesos mensuales, en tanto en el interior las remuneraciones de los integrantes del núcleo son promedialmente de unos 25.000 pesos.
La existencia de dos mundos distintos, con una capital donde se concentran los mayores ingresos de todo el país, como así también los servicios, no sorprende a nadie, pero pone de relieve dos aspectos fundamentales en los cuales el actual gobierno y su antecesor, encabezado por el Dr. Tabaré Vázquez, fallaron. El primero es que no se puede forzar las realidades económicas a través de los Consejos de Salarios, donde se pretendió artificialmente empujar a los sueldos del Interior al nivel de los de la Capital. El segundo aspecto es el centralismo, que más allá de los enunciados está más fuerte que nunca.
Volviendo a los ingresos, debe aclararse que estamos hablando de promedios, porque es obvio que los mayores sueldos se pagan en Montevideo y que la mayor pobreza está en el Interior, sobre todo en el interior profundo.
Pero las diferencias no pasan sólo por los ingresos. Basta ver lo que sucede en la Salud, en que los tratamientos de alta tecnología se concentran en el perímetro capitalino, o respecto a las oportunidades de formación profesional, de oportunidades de empleo, de acceso a los servicios y gestiones ante organismos del Estado, de acceso a cursos universitarios, entre un sinfín de ejemplos.
Todo lo que demuestra que seguimos manteniendo uruguayos de primera y de segunda, estos últimos solo por residir al Norte del Santa Lucía. Y cuanto más lejos de Montevideo, peor.