Paysandú, Jueves 17 de Noviembre de 2011
Locales | 16 Nov Los blancos solo somos “esclavos” de la verdad
Especializada en la creación y mantenimiento de corporativismos, la “zurda criolla” se sirve de todo aquello que le brinda excusa para el agrupamiento de personas que no tienen siquiera por qué juzgarse diferentes (eso ya sería una forma de discriminación) y las utilizan con claros fines políticos a través de orquestadas campañas en los medios de difusión oficialistas y muchas veces, con la complicidad de comunicadores obsecuentes que se dan el gusto de elegir temas, personajes y repeticiones que sirvan a sus intereses partidistas.
Los autodenominados izquierdistas se adueñan de cualquier manifestación popular ya sea carnaval, deportes, música nativa y de protesta, cultos y creencias, prácticas sexuales, etcétera, etcétera, y llegan hasta utilizar el color de la piel y el origen racial de los habitantes de este país -ejemplo de convivencia desde muy adentrada su independencia- para hacerles creer que los frenteamplistas son sus verdaderos protectores y que no existe para los “agrupados” ningún amparo mejor que el que puede brindarles un “Comité de Base”. Y como no tienen historia (alguien decía “... y la poca que tienen más vale que no la cuenten”), ahora parece que no les alcanza con desfigurar la llamada “reciente”, contando los desbordes de los años 60 y 70 a su gusto y paladar, omitiendo sus originales culpas y posteriores claudicaciones, pero a la vez desinformando a los jóvenes que felizmente no estuvieron en aquellos oscuros años al ocultar expresamente el digno papel que tocó a los partidos tradicionales en recuperar la democracia sin pactos, fugas ni silencios.
Y tanto no les alcanza que van a la pesca electorera de los conciudadanos de color, a los que le pasan raya de “afrodescendientes marginados” y llegan a prometerles asignaciones especiales o remesas pecuniarias por tal condición que (mentira, salvo una más que enfermiza conducta personal) nadie hizo caudal en este país de ninguna diferencia.
A ellos le suman los descendientes de los “charrúas” (se olvidan de los bohanes, chanáes, minuanes, etcétera), como si este Uruguay fuese el reino de los indocumentados y no existieran quienes exhiben con orgullo nombres y apellidos enraizados con nuestros orígenes. ¡Mentira otra vez!, desde que ingresamos al mundo civilizado, superando guerras y desbordes que las caracterizan, todos los orientales están incorporados a nuestras familias, a nuestros barrios, a la escuela laica y gratuita de Varela, a las glorias deportivas, a los amigos entrañables de nuestra infancia, sin retaceos de afectos por parte de los bien nacidos.
Y le pongo fin a estas reflexiones que, confieso, están motivadas por uno de los tantos politizados mensajes que nos obsequia la televisión oficial aprovechando los 200 años de la celebración patria.
Refiriéndose a la gente de color como si fueran distintos para todos y tan solo iguales para ellos, dedicaron un capítulo a la esclavitud en el Uruguay, pero sin la grandeza mínima de decir que fue Oribe (el fundador del Partido Nacional y el creador de la Universidad, hecho que también ocultan entre otras grandes conquistas del insigne segundo presidente de los orientales), quien en 1846 --concretamente el 28 de octubre y por ley que suscribió con Bernardo P. Berro-- abolió para siempre la esclavitud en la República desde su Gobierno del Cerrito.
Fue por eso que, cumpliendo con su obligación de esclarecer el pasado, el Partido Nacional procedió a colocar una placa recordatoria en la calle Ansina de la capital, como testimonio de la verdad y como un legado de justicia para las generaciones venideras.
Bueno sería que el gobierno departamental procurara una forma de reivindicación de la figura de Oribe en el nomenclátor de Paysandú, quizá la única ciudad capital departamental de la República que no lo reverencia en una de sus calles. Tal vez lo intente por vía de una reactualización en la Junta Departamental, aunque la suerte no me haya acompañado en otros tres homenajes que propuse en este año del bicentenario, a saber:
1) Instalación de grandes carteles en las tres principales vías de acceso a Paysandú: dos en Ruta 3 y otra Puente Internacional, con imágenes de Leandro Gómez y/o escenas de su gloriosa Defensa, diciéndole al viajero que está ingresando a una ciudad que fue distinguida internacionalmente como la Nueva Troya o la Numancia americana por su derroche de heroicidad y martirio.
2) Instalación de un busto de Gabino Eseisa, réplica del que fuera robado en Plaza Artigas y en su lugar, --hasta obtener con el auxilio del Ministerio de Educación y Cultura el yeso original del escultor Blanco Villalta--, embellecer, enjardinando lo que queda de la estela recordatoria del inolvidable payador.
3) Una iniciativa a la que adjudico especial importancia dado que llegaría a miles de nuestros escolares, lamentablemente desinformados, el conocimiento del por qué se le llama Heroica a su ciudad. Se trataba de la edición en forma de historieta de los 33 días de la Defensa, obra del extraordinario dibujante sanducero Juan Carlos Colla que, desinteresadamente, ofrecía su trabajo en 76 páginas y cientos de cuadros gráficos a todo color, en una publicación que me atrevo a afirmar que el costo de cada ejemplar para la comuna no hubiera superado el de un diario de corriente circulación. Sin comentarios...
Rubens Walter Francolino
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Por si las moscas...
Todos los gobiernos departamentales que hemos sufrido, han transcurrido y lo harán en el futuro de no mediar cambios mentales, con luces y sombras y un pueblo condenado a la resignación. Es sabido y lamentado por unos pocos, muy pocos, el tenso relacionamiento político sanducero y ni que hablar de lo nacional.
El bochorno, la descalificación grosera, el agravio y el uso impensado de la opinión pública con una impunidad que delata las miserias humanas que componen las hordas del poder de turno, impiden una sociedad mejor, solidaria, justa, menos agresiva, menos depresiva y más constructiva. Y como siempre hay un pero, los políticos todos, no son los únicos responsables.
A diario comprobamos que la verdad es muy solitaria, en desuso y diríamos que en real extinción. Al contrario de la mentira, que siempre necesita cómplices, pero avanza, tanto, que marca lo absurdo, patético y erróneo de las discusiones sin nivel en el mercado político que cada vez tiene más obsecuentes que propician mayorías dominantes, sin preparación mínima para gobernar con posibilidades de acertar y que condenan a la detención de avances ciertos en un pueblo confundido y perdido en su ignorancia grupal. Por supuesto, esa ignorancia es gestada por oportunistas en beneficios grupales que componen partidos de distintas banderas, pero que llegados al poder, no tienen diferencias de estilo y resultados. A favor del pueblo, ¡nada!
La corrupción es simple mayoría en una sociedad anestesiada por los miedos resucitados por interesados, y esa mayoría termina con cualquier razón esgrimida en contrario. Anula toda intención del para todos, destruye esperanzas de una vida mejor y canaliza las desconfianzas, haciendo del ciudadano un instrumento dirigido.
Es depresivo, intolerante y desquiciante, analizar posturas de poder, más cercas a la soberbia y el orgullo mal entendido, propias del incapaz, además de las respuestas tediosas, maliciosas y repetidas de los desplazados hoy que desplazaban ayer, sin tener en cuenta los intereses generales de la población a la cual tienen muy lejos de sus verdaderos intereses. El viejo juego de gobierno y oposición, conocido, aburrido e intolerable por ciudadanos conscientes, que aspiran a un pueblo unido y avanzando fuera del slogan.
Así transcurre el tiempo en Villa Sandú, como en Santa Marta. Cinco años que se tornan un castigo democrático inapelable logrado en las urnas, mientras la perdida esperanza que se va a dormir la siesta de la desidia termina con la paciencia y la responsabilidad del contribuyente, manifestada en atrasos de pagos, convenios sin cumplir, empadronamientos foráneos, rebeldía, violencia en el tránsito, desobediencia a las normas, inseguridad, más castigo, y dale que va.
Entre nosotros ciudadanos y ni que hablar en el sistema político local, hay un vacio de verdad y confianza perdida en la ofuscación y negación sistemática del derecho del otro, que parecería, dadas las costumbres y procedimientos de todos los partidos, no corresponde ejercer después de una elección y es un error pensado, elaborado entre asesores que aplauden lo que deberían excluir, en aras de la convivencia general.
El palmoteo de espaldas interesado y cómplice del error enajena al receptor político de turno, que reacciona mal ante la verdad y se impide a si mismo, la oportunidad de corregir ese error que puede convertirse en un horror.
Es de dominio público el controversial distanciamiento entre los hoy gobierno, en sus propias filas y ni que hablar con la oposición, dolida por las continuas represalias logradas con anteriores represalias. Un inicio anticipado y negativo de las contiendas electorales y los hechos demostrarán lo inevitable como tragicómico de la repetición de costumbres. La venganza y el oportunismo mediático político, descerebrado hace tiempo, increíble, mentiroso y repetitivo, le agregarán nafta al fuego.
Por si las moscas, preste más atención que antes. Y no sería malo para Ud. su familia, la mía y la de los demás conciudadanos, darse cuenta, analizar lejos de las banderas y aprender a pensar en la necesidad cierta de cambios. No tema equivocarse, ya lo hemos hecho bastante y nada perderemos y es más, si arriesgamos todos, todos nos beneficiemos con el cambio que deberemos vigilar para que no se pierda como siempre.
El cambio honesto empieza con nosotros, lejos de los mentirosos oportunistas conocidos, prometedores de un trabajo u acomodo político, pensando con conciencia en nosotros, en lugar del yo. No hay otra opción.
En mi cansada experiencia no hay lugar para los sueños que se hicieron pedazos con la realidad cotidiana de la mentira, pero pudiera aparecer un ciudadano, ser humano primero que aspirante a político, creíble, sincero, interesado en cambiar la realidad de Paysandú y que pueda demostrarlo. No soy pesimista, pero “difícil que el chancho chifle”. Ese ciudadano dependerá de la conciencia del pueblo perdida y de la honestidad de procedimientos comunitarios. Habrá que defenderlo del sistema político conocido para que no se enferme y le sobren motivos para abandonar al intentar.
Una luz de convivencia en paz, de felicidad general, de mejor vida para la mayoría que define y es pobre, tan pobre que renueva la esperanza perdida porque no tiene más remedio que volver a creer en cuentos posibles.
La justicia debería ser norte de todo proceder humano, donde está en juego la convivencia ciudadana, pero el abuso metódico del poder ignora las necesidades generales por las que accede, para vislumbrar una oportunidad propia, lejos del sentir de un pueblo que confió y se equivocó ya demasiadas veces con distintas banderas.
Si sabe un nombre que sirva, sería bueno conocerlo y advertirle lo difícil del camino.
Por si las moscas, no lo busque en los conocidos y repetidos, de esos ya sabemos lo que dan y de qué se ocuparán, sin distinción de partidos ni banderas. Don Justo
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Días atrás visitó Guichón el fiscal Enrique Viana. Habló de diversos temas en general: Explotación minera, forestación, ley de participación público-privada, convenios entre empresas y Estado, y sobre fundamentos técnicos-jurídicos en particular. Interesante charla porque, entre otras cosas, tiene una visión distinta, o por lo menos no común en estos lares, sobre fundamentos jurídicos en relación al medio ambiente. Pero además manifestó algo sabido por todos, pero no por ello menos importante: dijo algo así como “todo desarrollo lleva implícito algo de contaminación”... y con mucho sentido común (sentido que está antes de cualquier Constitución), manifestó que hay que buscar un equilibrio entre desarrollo y contaminación. Luego expuso algunas teorías sobre convenios, corrupción, etcétera, que son opinables (se puede estar de acuerdo o no). Pero hablando de equilibrio, “in medio stat virtus...”: en el medio está la virtud, decían los antiguos.
En un extremo los ambientalistas, quien en nombre del medio ambiente dicen barbaridades, como por ejemplo en el caso Botnia que se dijo que iban a aparecer pescados de no se cuántas cabezas y que iban a aparecer más casos de personas con cáncer relacionado con dicha planta de celulosa.
Por otro lado, están los que tienen una actitud totalmente pasiva con relación a estos temas e incluso otros con comportamientos negativos, por ejemplo, el conocido caso de los recipientes de endosulfán tirados en cualquier lugar. En el medio está la mayoría (o tendría que estar), consciente de la importancia del tema que no solo con denuncias se soluciona. Éstas son importantes y bienvenidas sean siempre y cuando no se caiga en el primer extremo. Pero más allá de las denuncias (uno no es más ecologista que otro por hacer equis cantidad de denuncias) a empresas, lo que también importa es la actitud diaria individual. O sea, lo que hacemos cada uno de nosotros todos los días a favor o en contra del medio ambiente. Por cierto acá en Guichón se trató el tema con seriedad y con sentido apolítico. Lo que también es cierto que luego de la caída del Muro de Berlín muchos comunistas, afortunadamente, se volvieron ecologistas. CI 3.850.921-8
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