Paysandú, Sábado 19 de Noviembre de 2011
Opinion | 15 Nov Días atrás dábamos cuenta a través de EL TELEGRAFO de un emprendimiento poco común en nuestro departamento, en un área frutícola que rompe con una tradición casi exclusivamente cítrica de Paysandú, desde que refiere a la entrada en producción de extensos montes de durazno y ciruela del establecimiento Mi Quinta, ubicado en costas del arroyo San Francisco.
Se trata en principio de unos mil árboles de durazno en producción y una cantidad similar de ciruelos que tendrán su cosecha sobre fines del presente mes, es decir de variedades de primor que tienden a hacer valer el momento de ingreso al mercado para obtener los mejores precios.
Claro, no estamos hablando de una explosión productiva y ni siquiera reciente, sino que ha pasado una década de la inversión para que las variedades entren en producción en un volumen que resulta muy significativo para nuestro departamento, donde no hay tradición hortícolo frutícola como por ejemplo si la tienen nuestros vecinos salteños, y tampoco en el sur, con Canelones como epicentro productivo con las miras puestas en el mercado consumidor capitalino.
En este caso la idea surgió de dos profesionales de nuestro medio, sobre todo del desaparecido Dr. Néstor Grillo, quien junto con su colega Jorge Borsani se volcó a encarar una apuesta frutícola a partir de lo que el primero había observado en Salto, con el apoyo del Predeg para encarar esta inversión.
Estamos ante un emprendimiento de riesgo, como bien lo saben los que se dedican a esta actividad y a todo renglón del agro, donde los avatares meteorológicos pueden dar por tierra en pocas horas con el esfuerzo de todo un año, por exceso de lluvias, por sequías, granizadas, heladas tardías o tempranas, fuertes vientos, e incluso precios que no cubran los costos o siquiera empaten la ecuación.
Pero el norte del río Negro presenta un valor diferencial en suelos y clima fundamentalmente respecto a los cultivos del sur, desde que estas condiciones favorecen el ingreso tempranero de los frutos de primor al mercado, y a partir de un mayor porcentaje de días de mayor temperatura ingresan primero las producciones de Bella Unión, luego las de Salto y posteriormente las de Paysandú, mucho antes que las de las zonas adyacentes a Montevideo.
En realidad este renglón productivo, por su volumen, debería estar en condiciones de atender fundamentalmente la exportación, por la oportunidad que ofrecerían mercados tan grandes como el de Buenos Aires, al punto que en su momento se mencionó la posibilidad de que desde Salto salieran barcazas cargadas con fruta con destino a la capital argentina y eventualmente podría intentarse una coordinación con Paysandú, llegado el caso.
Las mejores posibilidades de producción del norte del país se dan también en cultivos netamente de exportación como el arándano, y es así que Paysandú tiene la mayor producción de esta baya del país, luego que se iniciaran los primeros emprendimientos en el Sur. Las experiencias realizadas en Young, Paysandú y Salto confirmaron que la producción del blueberry se da con mucho mejores posibilidades al norte del río Negro respecto al sur, por lo que la fruta sale más temprano en contraestación para su venta en el Hemisferio Norte, y por ende obtiene los mejores precios.
Precisamente en el sur ya hay productores que han abandonado este renglón, y otros se han asociado para hacerlo en el norte, al punto de que se ha llegado a que Paysandú sea el mayor productor de arándanos del país.
Otra posibilidad cierta de desarrollo productivo en nuestro departamento se presenta con el renacer de los olivares en Paysandú, y como informara EL TELEGRAFO, hasta hace poco tiempo nuestro departamento no había tenido participación en la todavía muy incipiente apuesta productiva que han encarado algunos pioneros –tras décadas de haberse abandonado la producción--, sobre todo en el sur del país. Allí ya existen emprendimientos que elaboran y exportan de aceite de oliva, que asoma como un rubro de buen potencial a ser explotado comercialmente, y que está captando algunas inversiones significativas.
Un empresario de nuestro medio ha encarado desde el año pasado la siembra de unas ochenta hectáreas de olivares en la zona de Paso Emeterio, cerca de Lorenzo Geyres, con la perspectiva de en un período no mayor a los dos años, cuando los ejemplares ingresen en la etapa de producción, incorporar una almazara, es decir una planta prensadora para extraer el aceite, que es la etapa que está indisolublemente ligada a la implantación de la oleaginosa.
Estas explotaciones se agregan a los cítricos, a la vid, a los emprendimientos forestales y a la agricultura extensiva en la zona, lo que da la pauta de que nuestro departamento asoma con muy buenas perspectivas para desarrollo de polos productivos en áreas no tradicionales, y que al fin de cuentas, pese a los avatares, pone de relieve que las oportunidades están a la vuelta de la esquina, y que se necesitan emprendedores para detectarlas y abordar el desafío de acometimientos de riesgo.
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