Paysandú, Miércoles 23 de Noviembre de 2011
Opinion | 19 Nov Recientemente llegaron a Paysandú funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), con el objetivo de establecer controles sobre el uso de las tarjetas del programa “Uruguay social”, en el marco de una tarea de seguimiento de alcance nacional sobre la utilización de este instrumento, teniendo en cuenta que hay números que indican desfasaje entre las reales necesidades y el número de usuarios.
Paysandú es la segunda ciudad del Interior, junto a Maldonado, en ser relevada por esta causa a nivel del referido ministerio, con la intención de constatar si se hace un uso debido de esta tarjeta, fundamentalmente apuntando a si el núcleo familiar realmente lo necesita y eventualmente si hay núcleos que requieren esta tarjeta y aún no han accedido a ella.
En Paysandú se han distribuido unas 4.500 tarjetas de “Uruguay social”, es decir un número nada despreciable para la población total del departamento, cuando además existen estadísticas sobre el índice de pobreza en el Uruguay que indican que la población de extrema pobreza pasó del 1,7 por ciento cuando se inició el programa, a 1,1 por ciento a diciembre de 2010, es decir hace prácticamente un año.
En la población existe legítima inquietud sobre esta forma de asistencialismo y sobre todo sobre la sustentabilidad del programa, desde que se trata de recursos que aporta toda la sociedad, que se obtienen de los impuestos que todos pagamos, en favor de sectores de ciudadanos que se encuentran en situación de extrema pobreza y que no pueden acceder a sus necesidades básicas.
El punto es que todo indica que hay situaciones disímiles en estos grupos, y no necesariamente todos quienes reciben las tarjetas cumplen con las condiciones requeridas para ser beneficiario, por lo que corresponde que tras determinados plazos se realice un relevamiento sobre sus resultados.
De lo que se trata, o debería tratarse, es de otorgar beneficios contra esfuerzo, es decir contra la constatación efectiva de acciones de los propios beneficiarios para salir de esta situación, por ejemplo a través del estudio, la búsqueda de alternativas de trabajo, la capacitación, de forma de no consolidar la eternización de la asistencia, que significa institucionalizar la marginación y el no estímulo de hábitos de trabajo.
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