Paysandú, Viernes 25 de Noviembre de 2011
Locales | 18 Nov A entre 2.500 y 2.850 metros de altura sobre el nivel del mar, Quito es una ciudad plena en contrastes, atrapante, sorprendente. Con un millón y medio de habitantes, la capital de Ecuador y de la provincia de Pichincha, donde se encuentra, atrapa al visitante ya desde el aire, con el imponente volcán Pichincha y su nieve eterna, elevándose con sus varias cumbres por encima de las nubes.
En pleno descenso, se aprecia una ciudad muy extendida y a su vez otras satélite, que forman el Quito Metropolitano, un conglomerado de más de dos millones de personas. Ya en la ciudad, hacia donde se mire, las montañas, los Andes Septentrionales. Los ojos acostumbrados a ver el horizonte lejano, sienten el contraste. “Hacia donde mire no puedo ver nada, no encuentro el horizonte”, comentó Bettina Sánchez, a poco de arribar a la ciudad.
Muchas casas construidas en las laderas de las montañas y muchas más en el valle, en plena Hoya de Guayllabamba. Pero Quito es esencialmente una urbe moderna, más allá que ha tenido la inteligencia de conservar el impresionante Quito histórico, pues no en vano esta ciudad tiene siglos de historia, habitada incluso antes de la conquista por el imperio Inca. Hoy, el país reconoce el 6 de diciembre de 1534 como el de la fundación de San Francisco de Quito, por los españoles, por Sebastián de Benalcázar, que desde Guatemala había partido atraído por los rumores de que en la zona se encontraba el tesoro de Atahualpa. Una de las avenidas que se extiende de norte a sur recuerda esa fecha.
Precisamente, la ciudad es muy larga y no muy ancha. Tiene unos 50 kilómetros de norte a sur, pero solamente 8 kilómetros de ancho. Y las calles empedradas se mezclan con las bituminizadas o con hormigón. La ciudad se abraza entre la historia y lo moderno, en medio de una comunidad cosmopolita.
En apenas pocas horas de estadía, hemos encontrado varios colombianos, un argentino de la Patagonia que hace años reside aquí y hasta dominicanos. El conserje del turno noche del hotel lo es. Pero sostiene que el no vino atraído por las bellezas del lugar ni por las mujeres de la zona. “En Dominicana tenemos harto lindas mujeres ‘chacho’. Nomás por el trabajo”.
Quito no ha necesitado más que de pocas horas para atrapar a la delegación sanducera. Que una vez más hace camino al andar por tierras latinoamericanas.
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