Paysandú, Viernes 25 de Noviembre de 2011
Locales | 19 Nov * El Sudaka 4, como se dijo, es organizado por cuatro personas solamente, que cuentan con dos pasantes. El director general es Pablo Roldán (ecuatoriano), la directora ejecutiva Alejandra Castro (colombiana), el coordinador general Camilo Orosco (colombiano) y el director logístico, Jorge Ruiz (ecuatoriano). La italiana Anahi Villena y el estadounidense Kevin Tobar son los pasantes.
* Martha Oroná, a dos días de su arribo, habla ya muy parecido a los ecuatorianos. Especialmente en palabras como uruguayo, por ejemplo, que ella pronuncia como “uruguaio”, motivando las risas de todos. Laura Juan le ha prometido un curso intensivo de español en el avión de retorno.
* El elenco le envía saludos a Leonardo Romano y Aikuavee Scarmatto, integrantes del elenco, que por diferentes razones no pudieron viajar.
* Los 2.500 metros de altura no son de tomar a broma. En plena etapa de adaptación, a veces falta la respiración, en otras duele la cabeza. Pero donde más se aprecia es al caminar. El jueves, camino al almuerzo, hubo que subir una cuesta que causó problemas a varios integrantes del grupo. Hubo que detenerse, descansar y luego continuar.
* Las comidas son típicamente ecuatorianas en el marco del festival. Comienzan siempre con sabrosas sopas. El plato principal siempre tiene arroz hervido, alguna carne, un poco de ensalada a veces, plátanos otras. A veces sirven canguil en lugar de pan (es nuestro conocido pororó). Y a veces las sopas tienen quinoa, un cereal típicamente andino, con el que suplantan al arroz.
* Las bebidas son siempre jugos de frutas. Los hay de chicha morada, de mango, de mora. Siempre atrapantes para el paladar.
* El grupo, excepto Rodríguez y García, dio un breve paseo en la mañana del jueves. Fueron a una feria de artesanías. Compraron algunas cosas, especialmente las damas, que no habían venido bien preparadas para el fresco de la noche y adquirieron a 16 dólares abrigos de algodón y vicuña. Todas con el mismo motivo, llamas en Los Andes.
* Al regreso, el grupo inadvertidamente se dividió en dos. Algunos llegaron al hotel sin problemas, pero Gómez, Martha Oroná y Colombo siguieron de largo, en lugar de doblar en Calama, donde se encuentra el hostal “Casa Olimpia”. No fue sino hasta después de caminar unas cuantas cuadras que advirtieron su error. Buen ejercicio, al menos.
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