Locales | 20 Nov * En Yankilandia, como se conoce a la zona de La Mariscal, donde se encuentra el hostal donde se hospeda a la delegación, hay música y movimiento desde el mediodía hasta altas horas de la madrugada. Todo es música, todo es diversión y por supuesto, muchos turistas, entre ellos “gringos”, que le dan el sobrenombre al lugar.
* En la madrugada del viernes, ya sábado, el hambre llevó a la calle Calama, donde se encuentra el hostal y epicentro de Yankilandia. Raúl Rodríguez todavía estaba en la recepción y juntos fuimos al carrito enfrente, para disfrutar de un pancho a 1,75 dólar. En derredor gran jolgorio y a nuestro lado dos hermosas jóvenes ecuatorianas que muy gentilmente nos indicaron qué condimentos, salsas y ensaladas podíamos agregarle al pancho. Mientras, discutían por qué una había dejado a su novio. Y nosotros a pedirle que volviera, que la estaría extrañando. Todo es bueno para un momento de diversión.
* Amanda Gómez lleva la delantera en la compra de recuerdos. Es frecuente visitante al mercado artesanal de La Mariscal, donde decenas de puestos venden artesanías típicas, desde tejidos a plata y oro, pasando por cerámicas, madera, cobre y más.
* La cuestión en La Mariscal es regatear. Gómez tiene diploma en la materia. Su táctica favorita es: “¿Cuánto? No, mirá somos uruguayos, no tenemos mucho dinero, cuando juegan al fútbol siempre gritamos por ustedes, de corazón. Tenés que hacernos una buena rebaja”. Generalmente, da resultados. “Ya, llévesela”, terminan diciendo los vendedores.
* En la noche del viernes hubo una profunda evaluación de la puesta en escena en el festival. Raúl Rodríguez, como director, convocó a su grupo y, después de comentarle las noticias en torno a la cancelación del festival de Cali, conversó sobre lo hecho en la escena. Pidió mayor compromiso con la puesta en escena, mayor entrega. El grupo respondió con la intención de redoblar el esfuerzo. En la mañana del sábado, Luis Oroná se sentó en planta baja y con la ayuda de Augusto Colombo “pasó letra” toda la mañana. Es que parece que, lo mejor, está por venir.
* Los integrantes del elenco que dejaron sus parejas en Paysandú son los que más se ven presionados por el teléfono o la demanda de comunicación fluida, lo que no siempre parece que pueden lograr. Más allá de las menos tres horas de diferencia con Uruguay, se encuentran las tareas propias del festival, incluso algunas tan simples como reunirse a determinada hora para ir a almorzar y cenar. Pero, así es el amor. Demandante.