Paysandú, Sábado 26 de Noviembre de 2011
Locales | 22 Nov El Teatro Ártico, de Chile, presentó una de las mejores puestas en escena, al menos de la parte final del festival Sudaka 4, “Nay Nay, el tejer de la vida”, un montaje de marionetas de madera dirigido al público adulto. Parte de la valoración y rescate de la técnica ancestral del tejido a telar en la comunidad mapuche, pero en verdad se interna en el mundo mapuche, tan cargado de creencias, leyendas y valores morales. El respeto por la naturaleza y los antepasados y el equilibrio y armonía que deben reinar en la vida.
Nay Nay es una niña mapuche que tejía collares de flores a la orilla de un lago, en un tiempo y lugar dominados por la sequía.
Ella es la elegida por sus padres para hacer cumplir una promesa: los dedos infantiles, con su fino tejido, lograrían que la tierra nuevamente floreciera. Según la leyenda, así nació el telar. No obstante, la puesta en escena propone dos elementos fundamentales: creer y transformar. Porque es a partir del creer que se transforma la sequía en lluvia, que el dolor deja paso al gozo. Pero es también creer en la naturaleza, en su sabiduría; es respetándola que esta colma de dones a los humanos.
La presentación en escena es francamente atrapante. Las marionetas parecen humanas, pero además los titiriteros dejan las manos y el rostro a la vista del espectador, quebrando la tradición de negro sobre negro. Eso permite que las emociones de las marionetas se reflejen directamente en los rostros de quienes le dan vida.
El elenco está compuesto por Andrea Contreras, Margarita Monsalve, Simón Slazmann y Patricia Raths. Es una adaptación de Mariela Córdova de la leyenda “El origen del huitral o telar mapuche”, escrita por María Inés Vega. La creación musical pertenece a Marcela Peña; el diseño integral, de María Lorena Figueroa. Las marionetas son obra de Esteban Lorca. La iluminación está a cargo de René Méndez y el montaje audiovisual, de Jesús Sánchez. Una excelente propuesta, plena en verdad en escena. De lo mejor de Sudaka 4.
VIAJERITAS
Desde Uruguay no se tiene la percepción de que Ecuador sea un país receptor de migrantes, pero basta caminar por las calles de Quito para comprobar que hay inmigrantes de diferentes países, que llegan atraídos por una economía basada en el dólar, y que parece haber enterrado para siempre el Sucre.
En el hostal donde se hospeda la delegación, hay un dominicano que llegó hace un mes, porque en República Dominicana la situación no mejora. Y en lugar del destino tradicional, Estados Unidos, y fundamentalmente los estados de New York y New Jersey, eligió Ecuador por ser un país más cercano a su cultura y con el mismo atractivo, una economía que se mueve por el dólar.
Trabaja en la noche mientras espera que llegue su mujer, en estos días. Es que es ella la que ocupará ese puesto de trabajo que hoy el realiza como suplente. Muy afable, cuenta maravillas geográficas de su país, pero es muy crítico con el gobierno y la economía. “Vine a Ecuador sólo por trabajo”, repite.
El domingo al mediodía parecía que había una asamblea de dominicanos en el hostal, que aparecía por otra parte desierto, toda vez que las delegaciones se habían ido a almorzar, lo que no hizo este escriba porque había que enviar el material a Uruguay. Unos diez dominicanos departían en la recepción, lo que claramente demuestra que desde República Dominicana llegan inmigrantes para establecerse aquí.
Es que por algo Ecuador es la octava economía de América Latina. Su privilegiada ubicación geográfica le permite, Tener un clima estable casi todos los meses del año con las consecuencias positivas para el sector agrícola. Además posee petróleo en cantidades que si bien no lo ubican como un país con grandes reservas, las tiene suficientes para su desarrollo.
Por otra parte, es más barato vivir en Ecuador que en otros países, incluido Uruguay a juzgar por algunos pocos indicadores, fundamentalmente el precio de alimentos, bebidas y transporte. Por trescientos pesos uruguayos se puede contratar por una hora una combi para diez personas. Un taxi con cuatro pasajeros cobra entre 30 y 60 pesos uruguayos (dependiendo de la viveza del taxista para con los extranjeros) para un viaje de varios kilómetros. El transporte público cuesta 5 pesos uruguayos el boleto.
La comida es muy barata, incluso en restaurantes. Una parrillada (más o menos parecida a la uruguaya), con ensalada, papas fritas o puré y con un par de cervezas Pilsener cuesta cuatrocientos pesos uruguayos, impuestos incluidos. Pero hay menúes por 50 pesos uruguayos, que incluyen sopa (infaltable) un plato principal -que puede ser un “seco”, arroz con papas, algo de carne y (por ejemplo) frijoles-, y un vaso de jugo.
Un empleado municipal sin cargo cobra 500 dólares por mes; una maestra 700; un policía sin rango 700; un cabo de policía 1.000 dólares. El alquiler de un apartamento para una persona (habitación, cocina y baño) cuesta 100 dólares. Con 800 dólares de ingreso mensual, una familia puede vivir “decentemente”.
En el hostal donde nos hospedamos, la habitación cuesta 10 dólares por día. No obstante, aunque en el frente tiene una foto de un desayuno continental que afirma es “de cortesía” la realidad es que casi no se dio desayuno. “A mí me dieron una taza de agua caliente con un pan”, comentó Bettina Sánchez. Además el aseo de las habitaciones ha sido irregular. No obstante, de todas formas, el precio es muy barato.
Obviamente, para el turista, ir a los sitios tradicionales de turismo, como Galápagos, sigue siendo costoso.
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