Locales | 24 Nov * El viaje a Pulcán, la última ciudad ecuatoriana antes de la frontera con Colombia, demandó cinco horas subiendo y bajando por los Andes. La naturaleza regalaba inolvidables postales a cada paso a los sanduceros y los dos duraznenses (Raúl Rodríguez y Bettina Sánchez). Altas cumbres, vivos verdes, cristalinos cursos de agua. Casitas edificadas sobre las laderas de montañas, desafiando -parecía- la gravedad.
* El costo del viaje a Pulcán fue de 80 pesos uruguayos. Como ir a Montevideo, pero por apenas 80 pesos. Luego se tomó un taxi hasta la frontera propiamente dicha, el puente Rumichaca, que costó 4 dólares (otros 80 pesos). A pie se cruzó el puente, que no es muy largo y se llegó a Colombia con las “cacharpas” de tiro. Otros 3 dólares para llegar a Ipiales, la primera ciudad colombiana. Desde allí se tomó un ómnibus a Pasto. Otros 60 pesos uruguayos. En total, para llegar desde Quito a San Juan de Pasto, cada viajero pagó solamente 140 pesos en ómnibus y otros 40 pesos en taxi, pues al viajar varios en un mismo vehículo compartían el gasto. Sorprende lo barato -comparado con el mercado uruguayo- que es el transporte aquí.
* Al llegar a la terminal de ómnibus Carcelén, o Norte como se la conoce popularmente, en Quito, los gritos de los boleteros se hicieron escuchar de inmediato. A viva voz anunciaban sus destinos y hasta de vez en cuando algún descuento. Tras pagar 20 centavos de dólar para ingresar a otra parte de la terminal, la interprovincial, de nuevo los vendedores de boletos se abalanzaron. Finalmente, se decidió por un ómnibus que parecía bastante decente (y lo era). Los años pasan y esta forma de vender boletos se mantiene. Así también era en 2003, cuando el primer viaje a Colombia.
* Cada vez que el ómnibus se detiene para dejar o levantar algún pasajero, media docena de vendedores de comidas y bebidas se abalanzan sobre los pasajeros. Fritadas (cerdo frito con papas “sudadas” -hervidas-, plátanos y semillas asadas); pollo frito con papas fritas; choclo mote (una variedad tierna de choclo); helados de paila (se preparan en pailas de bronce -ollas- que se disponen sobre una cama de hielo con sal, envuelta en paja); jugos de frutas; semillas tostadas; tortas de plátano; nogadas (golosinas tradicionales, elaboradas a base de nueces de nogal). Ademas, chocolates y refrescos de marcas comerciales.
* Entre “cincuenta centavitos” y “un dolarito” cuestan estas exquisiteces. Viajar en ómnibus por los países andinos es también disfrutar de un restaurante móvil, con paisajes difíciles de olvidar.
* Augusto Colombo y Bettina Sánchez, además de probar comidas tradicionales no pierden oportunidad para degustar helados de marcas comerciales. Allá adonde bajan, allá adonde van, el helado los pierde.
* No deja de sorprender a la delegación que en las terminales de ómnibus se cobre por ingresar al baño. Entre 10 y 20 centavos de dólar, dependiendo los servicios a utilizar. Pero es una manera de mantener limpios e higiénicos los lugares. Al menos, más o menos higiénicos.
* A San Juan de Pasto se llegó alrededor de las 23. Temprano, en caravana de tres taxis, la delegación partió hacia el hotel Sello Dorado, en calle 13, número 14-19. Buen hotel, cuidado y limpio. Raúl Rodríguez y su familia, en cambio, se alojaron en la casa de los organizadores de las presentaciones del Taller de Teatro en Pasto. En el hotel, Amanda Gómez comparte habitación con Laura Juan, Martha Oroná con Bettina Sánchez, Luis Oroná con Augusto Colombo y el escriba quedó solo. ¡Snif!
* La intención de “los” Sánchez, Colombo y algún otro era ir “a por unas cervezas”, pero la sugerencia fue no hacerlo porque podría ser peligroso andar de noche por San Juan de Pasto sin conocer la zona. Se tomó en cuenta la sugerencia, y “los” Oroná, Bettina Sánchez, Augusto Colombo, a los que se unió Camilo en conserje, departieron un buen rato en la recepción del hotel, con papitas fritas y refrescos. El escriba prefirió quedarse en su habitación, mirando una vieja película mexicana en la tele.