Paysandú, Viernes 02 de Diciembre de 2011
Opinion | 26 Nov Luego que por algunos años el fantasma de la fiebre aftosa permaneciera en letargo en nuestra región, un foco de esta enfermedad en Paraguay surgido hace dos meses ha sido determinante para que se pusieran en marcha medidas específicas de control en los cruces de nuestro país con la Argentina.
No puede olvidarse –tenemos la marca a fuego, en realidad— que por esta vía se originó el contagio que desembocó en la crisis de 2002, que tantos perjuicios arrojó al Uruguay y que todavía se proyectan hasta hoy. Con este antecedente indeleble, Uruguay reforzó con más medidas técnico sanitarias el monitoreo de la inmunidad de los ganados, como forma de asegurar su blindaje sanitario frente al foco de fiebre aftosa en la nación guaraní.
Ocurre que en este aspecto no hay seguridades en cuanto a las barreras, cuando éstas no son además coincidentes con las divisiones políticas, sino que en la naturaleza no hay obstáculos para la diseminación de enfermedades, en este caso para una epizootia que prácticamente devastó la economía de un país eminentemente exportador de carne y dependiente como el que más de los sensibles mercados internacionales.
En las últimas horas se supo que Paraguay aceptó recibir la cooperación técnica del Comité Veterinario Permanente (CVP) a partir del 1º de diciembre, y por un período de diez días, en una decisión que fue anunciada en una reunión de los ministros de Agricultura de la región, que integran el Consejo Agropecuario del Sur (CAS) y el CVP. A su vez, los participantes valoraron las medidas ya adoptadas por la nación guaraní para controlar el foco de fiebre aftosa, que se registró en el departamento de San Pedro.
Este escenario igualmente esta marcando abismales diferencias respecto a situaciones similares que se dieron años atrás en la región, por cierto, cuando se cometieron graves errores en la pretensión de ocultar los brotes, a efectos de evitar impactos económicos negativos, y lo que realmente se logró al fin y al cabo fue potenciarlos, como quedó demostrado por la amarga experiencia vivida por los exportadores de carne.
En esta instancia el director de los Servicios Ganaderos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Francisco Muzio, destacó la importancia de que concurra al Paraguay una misión técnica del CVP que estará también integrada por veterinarios paraguayos, y a la vez consideró que es importante el trabajo desarrollado por los servicios veterinarios de Paraguay para contener el foco, al abordarse un encare correcto de acuerdo a las directivas de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).
Pero debe tenerse presente que estamos ante episodios que con intervalos de algunos meses o años, se reeditan, pese a que por ejemplo en el caso paraguayo, como en Uruguay, ello ocurre cuando el país tiene el estatus de libre de fiebre aftosa con vacunación y en este caso en un establecimiento situado en el centro de su territorio.
Ello indica que hay responsabilidades que no se asumen por los productores, por déficit en la concientización y eventualmente de controles de los respectivos organismos nacionales, al punto que como consecuencia de este brote Paraguay ha decidido redefinir el rol de sus servicios veterinarios en cuanto al papel a cumplir por la parte oficial y lo que debe hacer el privado.
A juicio de Muzio se pone de relieve una respuesta positiva de las autoridades paraguayas ante este episodio negativo, en un contexto regional que indica que brotes similares se habían detectado en 2006 en Corrientes (Argentina) y en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) en 2007.
Sobre todo debe tenerse presente que si de algo sirvió la crisis de 2002 fue para asumir sin lugar a ninguna duda que estamos en una región vulnerable debido a que sobre todo en zonas de Paraguay, Bolivia e incluso Brasil, no existe el celo riguroso que deben tener los servicios sanitarios para efectuar un seguimiento severo del escenario en cada país, donde además hay muchos productores que no han tomado conciencia de que la aparición de un foco de este tipo puede significar su ruina y causar profundos daños en la economía.
Es por lo tanto fundamental que ante cualquier indicio más o menos fundamentado de la aparición de ganado enfermo, como en este caso, intentemos curarnos en salud y pongamos las barbas en remojo con las medidas sanitarias dispuestas en la frontera, y que en el plano regional, a efectos de preservar la riqueza ganadera, se encare un trabajo minucioso y sin pausas para cumplir con la metas del plan 2011-2020 para la erradicación de la fiebre aftosa en toda la región, es decir haciendo lo que se debe hacer, porque en ello nos va la vida.
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