Paysandú, Viernes 02 de Diciembre de 2011
Locales | 27 Nov Aparecen de a puñado en cada esquina. Los taxis parecen ser miles en esta ciudad. Como en Uruguay, pertenecen a quienes lo conducen o a personas o empresas que tienen muchos y contratan conductores. A diferencia de en Quito, donde el precio se regatea sin necesidad de usar el reloj del taxímetro, en Cali los taxistas solamente aceptan cobrar por la “carrera” lo que marque el medidor.
La mayoría de los taxis en Cali son Hyundai Atos y Kia Picanto, es decir autos pequeños. Pueden llevar legalmente hasta cuatro pasajeros, pero en la práctica hasta tres. El precio es realmente barato teniendo en cuenta las distancias que recorren, pero más caro que en Ecuador. De todaS formas, para recorrer los varios kilómetros que separan la Terminal de Ómnibus de la Universidad Santiago de Cali (conocida popularmente como la Universidad de San Trago de Cali, quizás porque está prácticamente rodeada de bares y restaurantes donde la cerveza se consume con pasión) el precio es de unos 120 pesos uruguayos. Muy barato si se lo compara con los precios en el paisito.
Pero andar en taxi en Cali, y en muchas otras partes de Colombia, no es tan sencillo como parece. Muchos delincuentes usan taxis para atrapar desprevenidos. Una de las tácticas más usuales es la que se denomina “paseo millonario”. Un viajero (preferentemente uno) asciende a un vehículo que parece un taxi pero es en verdad la guarida de unos delincuentes. La manera en que se atrapa al viajero varía. En algunos casos, el conductor pide para prender el aire y lo que hace es lanzar gas con el que duerme al pasajero. Otra es simular una falla mecánica, detener el vehículo y en ese momento se meten en el dos hombres que encañonan a la víctima. Luego, le arrebatan su dinero y lo pasean por la ciudad obligándolo a sacar el dinero que tenga en tarjetas de débito o pueda detener de las de crédito. La delegación uruguaya está alerta sobre estos delitos. Aunque no puede evitar caer en la clásica de que un taxi dé una recorrida adicional para cobrar algunos pesos colombianos más. Lo más curioso quizás le ocurrió a Amanda Gómez y al escriba, quienes compartieron un taxi desde la USC hasta un centro comercial de la ciudad. Augusto Colombo, Martha Oroná y Laura Juan compartieron otro con el mismo destino.
En la guantera, muy visiblemente, una biblia abierta y con evidentes signos de uso. El conductor dijo ser muy cristiano. Dio un giro a la derecha, en tanto el otro taxi siguió derecho. Entonces el conductor “cristiano” comenzó a decir que ese chofer solamente quería cobrar un poco más y contó una experiencia de “paseo millonario” que supuestamente le había pasado el día anterior a una turista española que conoció. Pero al llegar a destino, resulto que cobró 700 pesos colombianos más que su colega. Y tanto Gómez como el escriba quedaron con la sensación de que buscó la oportunidad para un “paseo millonario” con ambos.
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