Paysandú, Viernes 09 de Diciembre de 2011
Locales | 04 Dic (Por Horacio R. Brum). Santiago de Chile tiene una población que duplica la de todo el Uruguay; en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, una de las 32 municipalidades en que está dividida la ciudad, viven más personas que en todo el departamento de Paysandú. Imagine el lector a nuestro país con solamente nueve farmacias de turno cada noche, y al departamento sanducero con una sola, para atender a cien mil personas. Eso es lo que sucede en Santiago y en Pedro Aguirre Cerda, como lo reveló esta semana una investigación periodística, en un país que desde afuera muchos ven como modelo de desarrollo económico. La explicación del problema: no hay control alguno para el mercado farmacéutico, que está dominado por tres grandes cadenas. Con una lógica comercial a rajatabla, éstas abren sucursales en aquellos barrios donde pueden obtener mayores ventas y por ello, en las zonas de mejor poder adquisitivo es posible encontrar hasta cuatro farmacias en una cuadra.
Un dato adicional es que esas cadenas están comprometidas hace varios años en un proceso judicial, porque habían hecho acuerdos para subir o bajar los precios a su propia conveniencia; pese a las pruebas y testimonios acumulados, el caso continúa arrastrándose por los pasillos judiciales, y ningún gobierno ha tomado cartas para controlar más de cerca el costo de los medicamentos.
Este es el año del cuadragésimo aniversario del sistema privado de jubilaciones, el único existente en Chile y otro componente del modelo económico que ha sido imitado más allá de la Cordillera. Por estos días, a nadie le conviene jubilarse, porque como los fondos para las pensiones están atados a los vaivenes de los mercados de bonos y acciones internacionales, las crisis en Estados Unidos y Europa influyen en cuánto recibirá un jubilado chileno por el resto de sus días. Este corresponsal, por ejemplo, perdió recientemente en su fondo de jubilación unos 6.000 dólares, a causa de los pecados financieros cometidos por los griegos, los españoles, o vaya a saber quién.
Aprovechando el festejo, las autoridades económicas y de las empresas de jubilaciones están insinuando que debería aumentarse la edad jubilatoria, y sostienen que 45 años es el período ideal de aportes para obtener una buena pensión. En el Panorama Social de América Latina, publicado el martes por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se afirma que el sistema va en camino de ser deficitario, algo que los gobiernos chilenos saben desde hace tiempo, sin reconocerlo públicamente. Por eso es que se insta a los trabajadores a aportar más que lo fijado por la ley y se han creado cuentas especiales, bajo el nombre de Ahorro Previsional Voluntario, en las cuales éstos pueden depositar fondos para compensar una baja jubilación. El promedio actual de las pensiones es de poco más de 300 dólares mensuales, unos 6.000 pesos uruguayos, pero el kilo de carne común cuesta 200 pesos, el consumo de luz para una sola persona 1.300 pesos, el arriendo de la línea telefónica (sin llamadas) 600 pesos, y la bolsa mensual de medicamentos, que sólo los indigentes reciben gratuitamente en los hospitales, con artículos tales como un complejo vitamínico, un remedio para el colesterol y otro para la hipertensión, puede superar los 1.200 pesos. Con ese presupuesto, no sorprendió otra noticia de la semana: la existencia de verdaderas redes para comprometer a los jubilados con préstamos a intereses usurarios. Al no existir un sistema estatal que dé préstamos contra las jubilaciones, los pensionistas deben recurrir a las financieras e incluso a las grandes tiendas y los supermercados, que no tienen restricción alguna para operar como prestamistas. Por esa falta de control, son comunes los contratos engañosos y las empresas suelen tener “promotores” que trabajan a comisión, quienes se encargan de enganchar a los prestatarios sin explicarles claramente las condiciones.
Según la denuncia hecha por un diputado, sobre la base de varios cientos de casos, se han producido aumentos de cuotas sin aviso ni justificación, con el resultado de que las deudas han crecido hasta 300 por ciento. Completando el panorama noticioso del descontento, a comienzos de
la semana el gobierno logró que el Parlamento aprobara el presupuesto de educación, pese a la disconformidad de la mayoría de los partidos opositores, de los estudiantes y de los rectores de las principales universidades. La aprobación en la cámara de Diputados fue conseguida por sólo tres votos, de legisladores que se dicen independientes. El rumor que circula cada vez con más fuerza es que desde el palacio de gobierno se prometieron diversos beneficios para las circunscripciones
representadas por esos tres diputados, una sospecha que bien podría contribuir a aumentar la temperatura de un verano que promete ser caliente, más allá de lo meteorológico.
Entretanto, la última encuesta sobre la imagen del gobierno, también publicada esta semana, dice que el 67% de los chilenos rechaza la gestión del presidente Sebastián Piñera y el 63% no tiene ninguna simpatía por la figura del mandatario.
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