Opinion | 09 Dic No parece pertinente ofrecerle chocolate por la noticia al Presidente debido a las altas temperaturas, aunque por otro lado ella no es obstáculo para “darle” a turrones y panes dulces. Pero en verdad, no es ninguna novedad que el Uruguay es un país cuya población está en vías de envejecimiento. En eso seguimos los pasos de los países ricos. De hecho, las previsiones de los organismos internacionales especializados indican que en 2045 el número de personas de la tercera edad superará por primera vez al de niños.
No era necesario esperar los resultados de Censos 2011 para saber que Uruguay tiene escasa natalidad. Conservadores como somos, preferimos pocos hijos a los que poder darle “lo necesario” antes que aquellas grandes familias de antaño.
Lo que si llama la atención es que el Presidente --ergo, el gobierno-- ahora declare su preocupación por lo que ese paulatino envejecimiento de la población podría perjudicar a la sociedad uruguaya, en décadas por venir. Sorprende --eso sí sorprende-- porque es bien sabido que el mercado nacional es un pañuelo y que eso dificulta un desarrollo a partir de nosotros mismos. Por el contrario, la nuestra es una nación fuertemente dependiente de las exportaciones, que por otra parte son de escasa variedad y en varios casos las exportaciones no están acompañadas de un fuerte aporte del valor agregado de la mano de obra uruguaya.
El Uruguay es un país en vías de envejecimiento, pero eso no es lo que debe preocupar en primer lugar. Hay otras cuestiones, casi cotidianas, que deberían estar en la mira del gobierno. Si nuestra condición demográfica es esa, entonces es tiempo que industrias y comercios dejen de pedir “jóvenes con experiencia” y dejen de expulsar sistemáticamente del mercado de acceso al trabajo a los “veteranos de 35”.
En otros países hay leyes específicas que prohíben considerar la edad como un factor para dar empleo (excepto condiciones especiales de la labor). En Uruguay habrá que acostumbrarse a que los “veteranos” trabajen, lo que implica también reformar las leyes de previsión social, que dificultan la permanencia activa si se ha accedido a una jubilación.