Paysandú, Sábado 10 de Diciembre de 2011
Opinion | 08 Dic Tras ocho meses de gestión, en las últimas horas presentó renuncia a su cargo Rolando Arbesún como gerente de los hogares del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU), tratándose de uno de los cargos más “complicados” de la administración del Estado, al punto que se ha cobrado la cabeza de varios jerarcas en pocos años, ante circunstancias que han estado íntimamente relacionadas con una problemática de la minoridad que tiene muchas, demasiadas puntas.
Poco después de haberle sido aceptada su dimisión, Arbesún sostuvo en su cuenta de twitter que “nunca he visto tanta canallada y mediocridad al mismo tiempo. Va siendo hora de volver a la academia”.
Arbesún igualmente va a ser recordado como el jerarca que durante su gestión logró llevar prácticamente a cero la fuga de menores de los hogares, cuando previamente a su ingreso las escapadas de los ‘inimputables’ era cosa de todos los días, en toda circunstancia y naturalmente, con la complicidad de funcionarios del propio INAU, pese a la cerrada negativa en que se han mantenido quienes han estado omisos en sus cargos”.
El renunciante se desempeñó desde abril de este año como gerente del Sistema de Ejecución de Medidas a Jóvenes en Infracción (Semeji), que es en realidad la administración del régimen de privación de libertad del INAU, es decir el ámbito de contención de menores de alta peligrosidad que ponen en jaque a la población y que muchas veces están solo unas pocas horas entre las paredes del instituto, para salir inmediatamente a cometer todo tipo de tropelías, incluyendo rapiñas y homicidios.
En el caso de Arbesún cumplió con su cometido primordial: terminar con las fugas de todos los días del Semeji, sobre lo que el renunciante señaló que “parar las fugas era un imperativo moral con la ciudadanía; mi renuncia un imperativo moral de mi conciencia”, aludiendo a las diferencias que ha mantenido con integrantes del Directorio del INAU, donde se le han cuestionado decisiones y actitudes respecto no solo a funcionarios, sino también a otros jerarcas de la institución.
En este caso, Arbesún envió a mediados de noviembre un documento donde solicitaba ceses de funcionarios jerárquicos del organismo, sobre lo que se supone tenía su origen en desavenencias funcionales y personales, a lo que se agregaban disputas sordas por el acceso a determinados puestos por amiguismo político en la fuerza de gobierno y el sector mayoritario, a partir de la próxima creación de cargos en el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa), aprobado este año por ley.
Más allá de temas puntuales, es evidente que como sostiene el refrán, el hilo se corta por lo más fino, y que cuando hay una burocracia y componendas creadas en base a intereses espurios, la máquina de impedir se encarga de hacer saltar a quienes molestan. En este caso el hecho de no haber más fugas afectaba los ingresos de determinados funcionarios venales que facilitaban la salida de los menores en régimen de retención.
No es un hecho que se da solo en el INAU, sino que se extiende a todo el Estado, con muy pocas excepciones, donde se da la existencia de una burocracia que se retroalimenta, que expulsa de la forma que sea a quien venga con intenciones de innovar o hacer algo que intente combatir la corrupción donde la haya, o mejorar la productividad, o romper con esquemas de décadas que han generado barreras que no se han podido quebrar desde afuera o desde adentro. Esto ocurre a veces por falta de voluntad política de quienes han sido designados para estos cargos o porque la máquina de impedir termina doblando la voluntad de quienes han ingresado con la mejor intención de hacer algo positivo para responder a la confianza del gobierno y la ciudadanía que requiere cambios en las instituciones que como el INAU, están muy lejos de siquiera parecerse a lo que deberían ser.
Recordamos que uno de los gerentes renunciantes en su momento a este cargo fue el padre Mateo Méndez, quien debió enfrentar tres motines sucesivos, y respecto al organismo que presidiera subrayó al abandonar el cargo que “tiene mucho de enfermo, tiene mucho de perverso y tiene mucho de corrupción”.
Lejos de corregirse con el paso de los años los elementos distorsionantes que han llevado a este estado de cosas, nos encontramos con un escenario similar de intolerancia, de corrupción y rechazo en el INAU.
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