Paysandú, Domingo 18 de Diciembre de 2011
Opinion | 16 Dic Buena cosa es que los hermanos sean unidos, y desde el fondo de la historia uruguayos y argentinos hemos convivido como hermanos, más allá de rivalidades futbolísticas. Un argentino se siente en casa en nuestro país y un uruguayo se siente igual en Argentina.
No obstante, los hermanos tienen vidas separadas, a veces objetivos diferentes, pueden ser de partidos políticos diferentes (ideológicamente opuestos incluso) y así por el estilo. Pero en el caso de nuestros dos países, en los últimos tiempos, se aprecia que el uno (Argentina) ejerce constante presión sobre el otro (el paisito) en diferentes temas.
Lo último: pretende que en puertos uruguayos no atraquen buques con bandera inglesa o de las Islas Falkland (la bandera oficial de las llamadas Islas Malvinas para la Argentina). Basa su presión en el hecho del reclamo de soberanía sobre el archipiélago en el océano Atlántico Sur del gobierno de Cristina Fernández, como lo hicieron los anteriores gobiernos, tras la guerra de 1982 con Inglaterra.
No se duda de la pertinencia del reclamo argentino sobre las Islas Malvinas, Uruguay repetidamente ha avalado la justicia de su reclamo, más allá del hecho que los propios habitantes (a quienes también se los debería considerar) subrayan una y otra vez que pertenecen por decisión al Reino Unido, y que a Inglaterra le costó una guerra recuperarlas.
Lo que sí llama la atención es la clara intromisión en asuntos particularmente nacionales de nuestro país. El tema en realidad no es nuevo, sino que fue usado durante la parte más álgida del conflicto por la instalación de Botnia (hoy UPM) como un argumento de profundización de crisis.
Pero ahora vuelve y no lo hace aleatoriamente, sino en momentos en que se discute el dragado del canal Martín García, detalle que no es ni debe ser considerado menor. En momentos en que se discute la licitación y quién seguirá con el dragado en el mientras tanto, hasta que el nuevo operador comience el trabajo de profundización, aproximadamente dentro de un año.
Uruguay es un país soberano y eso incluye sus puertos. No hay ninguna razón para que buques ingleses o de las Islas Falkland no lleguen a nuestras costas. Argentina es otro país; hermano, pero no siamés.
Nuestro país puede apoyar su reclamo territorial, pero no por eso tenemos que acompañarlo en medidas como impedir que barcos de tal o cual bandera lleguen a nuestras costas. Ni siquiera pasó eso con el Graf Spee. De hecho, en los registros de puerto, la bandera no es un dato importante, porque hay muchos buques que usan una “de conveniencia”. Si el gobierno uruguayo le hace caso a su par argentino estará, simple y sencillamente, haciendo agua.
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